Según
defensores de la donación de órganos, hay una división cultural que está
amenazando la posibilidad de los cirujanos de salvar vidas mediante el
trasplante de órganos.
Cuando la hija adolescente de Norma García murió en un
accidente automovilístico, no sabía que una decisión que tomó resultaría tan
controvertida y pusiera a prueba su identidad cultural y su fe cristiana.
Después de que se declaró la muerte cerebral de su hija Jasmine García, de 13
años, luego del accidente ocurrido en el 2001, médicos del Hospital
Universitario de San Antonio, Texas, le preguntaron si donaría los órganos de su
hija. "La mayor parte de mi familia tenía la creencia de que, '¿Cómo podrías
hacer eso? ¿Cómo podrías permitir que sea mutilada? ¿Cómo podrías permitirles
sacarle el corazón?'", dijo García, que trabaja de agente inmobiliaria. "Mi
padres son de México y tenían la sensación de que, 'Ella es tu hija. ¿Por qué
les permitirías que le hagan eso?'", agregó. García decidió donar el corazón y
el hígado de Jasmine. Fue una decisión que la distanció de varios familiares
durante cierto tiempo. Su experiencia pone de manifiesto una división cultural
que según los defensores de la donación de órganos está amenazando la
posibilidad de los cirujanos de salvar vidas mediante el trasplante de órganos.
Los hispanos, en especial la primera y segunda generación de los
mexicano-estadounidenses, están menos dispuestos a donar órganos que los
estadounidenses en su conjunto, de acuerdo a expertos en el tema. "Encontramos
que la comunidad hispana nos dice, 'Mi religión indica que no done' y 'No puedo
tener el ataúd abierto porque el cuerpo se dañará'", dijo Esmeralda Pérez de la
Alianza para Compartir Organos de Texas. "Sienten que su ser querido será
desfigurado, o la persona no podrá ir al cielo porque su cuerpo no está entero",
indicó. En el sur de Texas donde los latinos constituyen la vasta mayoría de los
1,4 millones de habitantes sólo se donaron los órganos de 19 individuos en el
2010, de acuerdo a la alianza. El promedio total de Estados Unidos es de cerca
de 26 donantes de órganos por millón de personas, dijo Pérez. Treinta y un por
ciento de los donantes de órganos en todo Texas en el 2010 fueron hispanos.
Cifras del nuevo censo muestran que un 42 por ciento de la población del estado
es latina. La reticencia de los latinos con respecto a la donación de órganos se
centra en la religión, dijo Nuvia Enriquez, coordinadora de la parte hispana de
la Red de Donantes de Arizona. "Gran parte del trabajo que hacemos es salir y
tratar de aclarar algunos de esos mitos", dijo. "Les hablamos sobre la posición
de la iglesia católica sobre la donación, que es muy positiva. El Papa Juan
Pablo II fue en realidad el primer Papa en declarar la donación como un acto se
amor y el Papa Benedicto XVI, cuando era cardenal, portaba una tarjeta de
donante de órganos", agregó. El reverendo John Leies, un importante teólogo
católico, dijo que la iglesia está trabajando para convencer a los fieles que la
donación de órganos no incapacita al cuerpo para la otra vida. "La iglesia está
muy consciente de que hay mucha gente esperando por órganos, y no hay
suficientes para entregar y la gente muere sin recibir sus órganos", dijo. "Es
difícil luchar contra esas ideas culturales, y quizá la iglesia no ha hecho un
esfuerzo lo suficientemente bueno", agregó. Pérez dijo que un 45 por ciento de
los pacientes que están en la lista de espera nacional para recibir órganos son
hispanos. García relató que sus familiares, que criticaron su decisión, se han
vuelto grandes partidarios de la donación de órganos. "Luego que todos nos
educamos más y mi familia comenzó a asistir a estos eventos donde las familias
de donantes se reúnen con los receptores de órganos, y vieron cuánta diferencia
hizo en las vidas de otros, el bien que podían hacer por todas estas personas y
cómo se mantenía vivo el recuerdo de Jasmine, creo que entendieron que era la
decisión correcta", concluyó.
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