Hace ya tiempo, durante una reunión con los otros miembros de la junta directiva de una asociación de pacientes, me dió por sugerir que usáramos los medios de comunicación locales, porque todo lo cercano nos llega más. Uno de ellos me miró con asco, y desde arriba me contestó que ellos sólo utilizarían medios provinciales. El prestigio era el prestigio para él. Aquella respuesta palurda me afianzó en lo que creo desde niña, que no hay peor cateto que el de ciudad. A veces, en España, se nos olvida que nos separa de la azada sólo un par de generaciones.
Soy más de pueblo que un jaramago. De muchos pueblos. De mi aldea en las montañas de León, de mi Majarromaque con sus casas de colonización, ..., y ahora, de mi Alcalá. Nunca digo eso de "como esta ciudad no hay ná" sin antes haber visto más allá de la ronda de circunvalación que encierra esa urbe, ni tampoco digo, en medio de este mundo de red, que sólo vale un tipo de comunicación.
Desde los pueblos podemos mover conciencias que huelen a alcanfor, ésas de los que vienen de vuelta de todo, porque viven donde viven y saben más que nadie. Los dioses que todo lo saben se vuelven sordos.
Sí, el profesor Fajardo nos decía que el primer derecho del hombre es el derecho a equivocarse, pero no podemos, desde nuestros errores, eliminar la validez de otras iniciativas. Además, en este mundillo enano nos movemos como las especies vivas: las nuevas ocupan nichos ecológicos vacíos, y por más predadores que ya existan en la cúspide la de pirámide trófica hay para todos: hiperlocales, o macrointernacionales. Más que nada porque cada cual ocupa su parcelita, y mientras se respeten los límites, aqui paz y después gloria.
En Alcalá estamos desde los que creemos que la educación es mejorable, desde cada AMPA, a los que se van buscando ladrillos para levantar una escuela en Togo; Desde los que defienden el Sahara libre, a los que se van a la Vereda del Cerero por la dignidad de los sin tierra del barrio de al lado. De un extremo a otro, y de lo inmediato a lo lejano, somos muchos dignificando nuestro entorno más próximo, sin pretender otra cosa que sentirnos bien haciendo lo que hacemos, durante el tiempo que se pueda, y con los medios que tengamos, sin hacerle asco a ninguno.
Alcalá es sólo un pueblo. Un gran pueblo. Sumando pueblos, desde Marinaleda a La Barca, desde Garrucha a Barbate, las cosas mejorarán; las cosas están mejorando. Como dicen mis amigos de Justicia y Paz, "en tiempos de crisis se agudiza la creatividad", y eso es pan comido en los sitios donde los pisos brillan por su ausencia. Susana no presentará nunca los Goya, pero seguirá desde la televisión de Marinaleda, al pie dal cañón, ayudando al que no tiene. Canal 12, de El Viso, tampoco, pero ni falta que les hace para que su pueblo sea, por delante de muchas ciudades, más solidaria cada día. Por si fuera poco nuestras emisoras difunden lo que hacemos a golpe de teléfono, como Onda Carmona, Radio Guadaíra y tantas otras. No tenemos que ser sólo un titular en un periódico de tirada millonaria. Con ser un rumor en la calle nos damos por satisfechos. Por eso seguiré defendiendo mi condición honestamente pueblerina, porque no necesitamos saber qué venden en el centro comercial más concurrido, sólo si le pasa algo al vecino diabético cuado, en verano, no saca su silla a la fresquita.
Beatriz González.
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