Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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martes, 15 de febrero de 2011

Un padre de familia salva vida de su hijo; le dona un riñón

Por: Gabriela González, Lunes, 14 de Febrero de 2011

Belisario hijo y padre, en este Día de San Valentín envían un mensaje de esperanza para quienes requieren de la donación de algún órgano. Foto: Juan de la cruz

Un padre de familia de la ciudad experimenta el verdadero amor a donarle un riñón a su hijo, este gesto fue el mejor regalo que su pequeño pudo recibir, ya que le salvo la vida
NUEVO LAREDO.- Todos lo buscan, lo desean, pero muy pocos han experimentado el verdadero amor, como un gesto sublime que la mayoría de las veces es mejor otorgar que recibir.
Este fue el caso de Belisario Ramírez, padre e hijo, quienes el año pasado enfrentaron una delicada situación de salud que afectó al pequeño; luego de la donación de un órgano fortalecieron aun más ese lazo de amor y amistad que los mantendrá unidos de por vida.
"No lo dudé ni un segundo, sabía que yo era el donador ideal para que mi hijo tuviera un riñón y siguiera con vida, nunca me dio miedo; esa tristeza de saber la noticia del trasplante me ayudó a ser más fuerte", manifestó al recordar lo que ha vivido.
Belisario, a los 7 años era un niño que jugaba como cualquier otro de su edad, de repente, de un día para otro empezó a sufrir molestias en sus pies, dolores de cabeza y fatigas; había un problema en su cuerpo: sus riñones ya no le funcionaban, no le crecieron y requería de un trasplante.
"Cuando el doctor me dio la noticia, fue el golpe más fuerte que he recibido, no lo podía creer, sus riñones ya no le crecieron y necesitaba el trasplante para poder seguir viviendo", contó su mamá Sanjuana Lugo Chávez.
"Hasta ese momento supe lo que era la necesidad de un órgano; mi hijo lo necesitaba para poder seguir vivo", agregó.
Ante tal noticia y tratándose del ser más querido en la familia, Belisario papá se sometió a estudios médicos para confirmar lo que su corazón le decía: que era compatible su riñón al organismo de su hijo.
"Recuerdo que ese día del trasplante antes de que nos operaran, mi niño y yo nos tomamos de la mano, muy fuerte y le dije: 'Todo va a salir muy bien, no tengas miedo', le di un beso y nos trasladaron para el quirófano; estábamos en las manos de Dios", relató con lágrimas apenas contenidas.

http://www.elmanana.com.mx/notas.asp?id=220606

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