INSTA AL GOBIERNO Y A LA IGLESIA A REALIZAR MAS CAMPAÑAS
Desde el año 2008, Silvia Gamell ya tenía listo el bolsón con que iría al hospital para recibir un nuevo riñón y el pasado 8 de febrero se dio la oportunidad. Hoy, mientras se recupera en su casa, pide la realización de más campañas para concienciar a la ciudadanía acerca de la donación de órganos y afirma que desea conocer a la familia de su donante.
Cartel de Bernardo J. Tomán perteneciente a la exposición To be continued, en defensa de las donaciones de órganos. |
Hace 16 años, a Silvia, quien hoy tiene 50 años, le diagnosticaron un
problema renal que la llevó a modificar algunos aspectos de su estilo de vida y
en el último año a estar pendiente de un tratamiento de hemodiálisis. Comentó
que, en el año 2008, los médicos ya le habían hablado de la posibilidad de un
trasplante, ya que no tenía la posibilidad de recibir el órgano de alguno de
sus hermanos.
“Tantos días esperando esa llamada o esa posibilidad, hasta que una tarde era el aniversario de una amiga y me invitó a ir a su casa esa noche. Me fui a la peluquería, acá a la vuelta, en mi barrio, y nunca llevo mi celular. Ese día llevé y cuando me estaba lavando la cabeza, suena y era la Dra. Gloria Orué”, relata emocionada. Agregó que la nefróloga le preguntó sobre sus condiciones de salud y, al rato, ya le dijo para realizarle el trasplante.
Tras recibir las indicaciones de la doctora, al poco tiempo acudió a un laboratorio para someterse a los análisis y luego fue hasta el Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) para la cirugía. “No me dio ni tiempo para pensar en qué me estaba pasando en ese momento, así entré (al quirófano) a las 9:00 de la noche y salí a las 3 y media de la mañana”, comentó.
Señaló que posteriormente vino la recuperación en el hospital y muchas enseñanzas por parte de los médicos y enfermeras para acostumbrarse a los medicamentos inmunosupresores que debe tomar diariamente.
Sin embargo, expresó su alegría por saber que ahora ya no dependerá de una máquina de hemodiálisis para seguir viviendo. “Cuando estás atada a esa máquina, no solamente vos sufrís, sufre toda tu familia. Yo entraba a las 5:30 de la mañana, a veces tres horas, a veces tres horas y media o cuatro, porque me descompensaba mucho”, indicó.
Añadió que esto también le obligaba a dejar un poco de lado su trabajo, ya que en los días de diálisis tenía permiso porque generalmente se sentía mal, tras el tratamiento.
Ahora, con mucha esperanza y muchas ganas, Silvia se prepara para una nueva vida. “Estoy aprendiendo, mi cuerpo está respondiendo de diferente forma porque cuando tenés problemas renales se te complican todos los órganos, ahora que mi riñón está funcionando estoy sintiendo todos los cambios, cosa que no sentía antes”, manifestó.
Encuentro
Por otra parte, Silvia expresó sus ganas de conocer a la familia de su donante, un joven que había decidido donar sus órganos antes de acabar con su vida. “Mi alegría es la tristeza de otra familia. Para mí, Dios es el que nos da la vida y nos saca la vida, y este muchacho no sé por qué tomó esa decisión, pero yo creo que Dios y la Virgen le recibieron superbién porque dio vida a cuatro personas”, expresó.
Agregó que el encuentro con la familia del joven es uno de sus deseos, para cuando pase el tiempo de recuperación, así como acercarse a la Fundación Renal para trabajar sobre la concienciación en la donación de órganos.
Silvia lamentó que exista mucha gente joven, que fallece en accidentes de tránsito, y no dona sus órganos por falta de conocimiento. “Los familiares no quieren donar porque dicen que cuando va a resucitar, cómo va a resucitar si no tiene todos sus órganos. Esa es la falta de cultura, porque no es el cuerpo el que va a volver a resucitar. No saben lo bien que le harían a estas personas que estamos con este problema”, remarcó.
Una campaña
Señaló que le gustaría que el Gobierno y la Iglesia inicien una campaña para concienciar a la ciudadanía, ya que representa una posibilidad de vida para muchas personas.
Recordó además que una vez consultó con un sacerdote amigo, si era un pecado estar esperando un donante cadavérico y este le dijo que no.
En otro momento, la mujer comentó que entre todos los pacientes en hemodiálisis y sus acompañantes se forma una gran familia, que comparte hasta los cumpleaños. También resaltó el apoyo de su marido Basilio Irala y de su hijo, quienes la acompañan en todo momento y tuvieron que adaptarse a las diferentes situaciones por las que tuvo que atravesar.
Finalmente, tanto Silvia como su esposo, agradecieron la excelente atención brindada por los médicos y enfermeras del IPS. “Cada enfermera me daba una lección”, indicó, al tiempo de recordar a la profesional que en el quirófano le brindó su calidez antes de empezar la cirugía.
“Tantos días esperando esa llamada o esa posibilidad, hasta que una tarde era el aniversario de una amiga y me invitó a ir a su casa esa noche. Me fui a la peluquería, acá a la vuelta, en mi barrio, y nunca llevo mi celular. Ese día llevé y cuando me estaba lavando la cabeza, suena y era la Dra. Gloria Orué”, relata emocionada. Agregó que la nefróloga le preguntó sobre sus condiciones de salud y, al rato, ya le dijo para realizarle el trasplante.
Tras recibir las indicaciones de la doctora, al poco tiempo acudió a un laboratorio para someterse a los análisis y luego fue hasta el Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) para la cirugía. “No me dio ni tiempo para pensar en qué me estaba pasando en ese momento, así entré (al quirófano) a las 9:00 de la noche y salí a las 3 y media de la mañana”, comentó.
Señaló que posteriormente vino la recuperación en el hospital y muchas enseñanzas por parte de los médicos y enfermeras para acostumbrarse a los medicamentos inmunosupresores que debe tomar diariamente.
Sin embargo, expresó su alegría por saber que ahora ya no dependerá de una máquina de hemodiálisis para seguir viviendo. “Cuando estás atada a esa máquina, no solamente vos sufrís, sufre toda tu familia. Yo entraba a las 5:30 de la mañana, a veces tres horas, a veces tres horas y media o cuatro, porque me descompensaba mucho”, indicó.
Añadió que esto también le obligaba a dejar un poco de lado su trabajo, ya que en los días de diálisis tenía permiso porque generalmente se sentía mal, tras el tratamiento.
Ahora, con mucha esperanza y muchas ganas, Silvia se prepara para una nueva vida. “Estoy aprendiendo, mi cuerpo está respondiendo de diferente forma porque cuando tenés problemas renales se te complican todos los órganos, ahora que mi riñón está funcionando estoy sintiendo todos los cambios, cosa que no sentía antes”, manifestó.
Encuentro
Por otra parte, Silvia expresó sus ganas de conocer a la familia de su donante, un joven que había decidido donar sus órganos antes de acabar con su vida. “Mi alegría es la tristeza de otra familia. Para mí, Dios es el que nos da la vida y nos saca la vida, y este muchacho no sé por qué tomó esa decisión, pero yo creo que Dios y la Virgen le recibieron superbién porque dio vida a cuatro personas”, expresó.
Agregó que el encuentro con la familia del joven es uno de sus deseos, para cuando pase el tiempo de recuperación, así como acercarse a la Fundación Renal para trabajar sobre la concienciación en la donación de órganos.
Silvia lamentó que exista mucha gente joven, que fallece en accidentes de tránsito, y no dona sus órganos por falta de conocimiento. “Los familiares no quieren donar porque dicen que cuando va a resucitar, cómo va a resucitar si no tiene todos sus órganos. Esa es la falta de cultura, porque no es el cuerpo el que va a volver a resucitar. No saben lo bien que le harían a estas personas que estamos con este problema”, remarcó.
Una campaña
Señaló que le gustaría que el Gobierno y la Iglesia inicien una campaña para concienciar a la ciudadanía, ya que representa una posibilidad de vida para muchas personas.
Recordó además que una vez consultó con un sacerdote amigo, si era un pecado estar esperando un donante cadavérico y este le dijo que no.
En otro momento, la mujer comentó que entre todos los pacientes en hemodiálisis y sus acompañantes se forma una gran familia, que comparte hasta los cumpleaños. También resaltó el apoyo de su marido Basilio Irala y de su hijo, quienes la acompañan en todo momento y tuvieron que adaptarse a las diferentes situaciones por las que tuvo que atravesar.
Finalmente, tanto Silvia como su esposo, agradecieron la excelente atención brindada por los médicos y enfermeras del IPS. “Cada enfermera me daba una lección”, indicó, al tiempo de recordar a la profesional que en el quirófano le brindó su calidez antes de empezar la cirugía.
20 de Febrero de 2011 00:00
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