Pastor Batista Valdés
LAS TUNAS.— No todos conocemos la posibilidad real que tiene el ser humano de
"ofrecer más vida después de la muerte", o de contribuir a salvar a otras
personas mediante una de las experiencias más sensibles y humanas de la ciencia
médica a escala mundial: el trasplante de órganos.
Acerca de ese asunto continúan meditando especialistas cubanos, sobre todo
relacionados directamente con la atención a pacientes que por su estado crítico
pueden convertirse en donantes de órganos y de tejidos, tras ocurrir la muerte
encefálica.
El intercambio, iniciado por el extremo oriental de Cuba, pretende aumentar
la capacitación y preparación de los profesionales, para facilitar una mayor y
mejor comunicación con la familia de esos pacientes durante el fallecimiento.
La práctica demuestra que cuando el contacto fluye a tiempo, de forma clara y
con el alto grado de sensibilidad que encierra, muchas familias acceden a
autorizar la referida donación, vital para salvar o prolongar la vida de otros
pacientes cuya existencia depende en muchos casos de equipos que artificialmente
realizan la función del órgano natural afectado.
Según explica el doctor Juan Carlos Michelena Piedra, coordinador nacional de
trasplantes, los primeros pasos de este procedimiento se remontan a la década de
1970, en el sistema renal, extendidos después a otros órganos como el corazón,
la córnea, el hígado¼
Actualmente en todas las provincias cubanas hay condiciones para ese tipo de
donación, en tanto el trasplante se realiza en las regiones de occidente, centro
del país, oriente norte (Holguín) y oriente sur (Santiago de Cuba).
La comunicación franca, clara y absolutamente voluntaria entre personal
especializado de la salud y familiares, puede repercutir de forma directa no
solo en el incremento cuantitativo de las donaciones o en la consiguiente
posibilidad de realizar un mayor número de trasplantes, sino también en el
aumento de la calidad de vida en toda la nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario