Antonio Muñoz Gilabert es un hombre nuevo. Ha dicho adiós a la diálisis, cadena que le esclavizaba desde hace dos años. Ahora, con 62 y un riñón a pleno funcionamiento, puede volver a hacer una vida normal. Este agricultor almeriense tiene mucho que agradecer a Juana Remedios Ortiz, su mujer desde 1960.
Fue hace siete años cuando tanto Juana como sus hijos se ofrecieron a donarle un riñón, tras las previsiones nada halagüeñas de los médicos. Antonio descartó la opción de sus vástagos por razones de juventud. Pero Juana siguió a su lado. Tras varias pruebas, todo estaba programado para que el pasado mes de julio se llevara a cabo el trasplante.
Pero a última hora, una noticia devastadora: detectaron incompatibilidad. Y el 6 de abril volvió la esperanza: un "Buen Samaritano" donó su riñón de forma altruista, al igual que otras dos mujeres, cuyos riñones no eran compatibles con los de sus maridos. Se hizo el trasplante en cadena. A Antonio le llegó el de una de ellas. El de la otra, el riñon de Juana, también encontró destinatario.
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