Otra vez estoy ingresada. Otra vez. De esta, seguro que me ponen todo lo que me falta y me quitan todo lo que me sobra y acabo como una máquina. Seguro. Pero ahora sólo pido salir sin dolor y poder aguantar lo que quede decentemente.
Están pasando muchas cosas a mi alrededor, unas milagrosas y otras menos; estoy conociendo personas entrañables, y viviendo historias de otros fascinantes, dignas del mejor guión de pelis oscarianas. La crisis le pega fuerte al que no tiene ni salud. Y las familias se resienten. Pero aquí se aprende a sobrevivir con dignidad, lavaditas de mañana con nuestras esponjitas autojabonosas, con un poco de peine y algo de colonia, espantando hambres: de salud, de dinero y de amor.
Pronto saldré. Con ganas. Porque esto tenemos que contarlo muchos. Son historias, son vidas, son el día a día. En momento duros no nos podemos conformar con ver en la distancia pasiones de otros por capítulos, porque la realidad es más interesante. Y ese mismo interés hace que por necesidad haya de ser cambiante. Tenemos que pelear juntos por que el cambio sea a mejor, desde el compromiso individual, personal, de todos los que nos movemos en este barco, mientras no nos arrojen al mar. Y si apretamos fuerte las manos no nos echarán tan fácil.
Ahora toca descanso. Por prescripción médica. Después, ya veremos cómo lo hacemos.
Beatriz González Villegas.
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