EL DURO TRANCE DE LOS ENFERMOS RENALES, por Myrian Assefh.

IRIS ASSEFH CUENTA SU EXPERIENCIA LUEGO DE HABER SIDO TRANSPLANTADA. HOY TIENE UNA VIDA NORMAL Y AYUDA A LOS DEMAS POR MEDIO DE UNA ASOCIACION. 

Iris, en una de las fotos para la Asociación Transplante y Vida de Santiago del Estero (Atyvse)

 
 
Hoy se conmemora en todo el mundo el Día Mundial del Riñón. Esta fecha, propuesta por la Sociedad Internacional de Nefrología (ISN) y la Federación Internacional de Fundaciones Renales (IFKF) tiene por objetivo concientizar sobre los peligros de la enfermedad renal. 

Iris Aseffh es una santiagueña que tuvo que ser trasplantada, luego de que durante su embarazo sufriera insuficiencia renal. “Yo tenía 27 años y en el 2001, apenas nació Milagros, me extirparon el riñón derecho y al mes siguiente entré a diálisis”.

El tiempo de espera hasta que llegó el trasplante “fue muy agotador a nivel físico y a nivel psíquico”. Cada operativo, cada ablación significaba “una esperanza de que esa vez me toque a mí, pero no pasaba, y así estuve durante seis años”.

“Lo más duro fue cuando me tocaba ir a diálisis todos los días, no podía viajar sin depender de una máquina, también me afectó en la crianza de mi hija porque me he perdido muchos momentos de su jardín, de su crecimiento”, relató a Nuevo Diario.

Tener que transitar las etapas de la diálisis “resultaba muy doloroso”. Según contó: “El corazón aguanta en cuatro horas lo que debe realizar en dos días, que es eliminar uretretamina”.
 
“Me tenía que privar de muchas comidas, y en verano se sufre mucho, no puedes ingerir líquidos porque eso contribuye a que tengas peso y lo óptimo en diálisis es ir con poco peso, para que el corazón no sufra tanto, y la persona no se descompense cuando le van a extraer las sustancias que no sirven para el organismo”, continuó. Sin embargo, un día, “hace ya seis años, la espera terminó y llegó el donante, que era una persona viva, un amigo mío”.

Para Iris la espera fue extensa, pero “nunca bajé los brazos”, dijo, optimista. Agregó que desde entonces lleva “una vida absolutamente normal, soy feliz y tengo ganas de dar mi testimonio, para que mucha gente sepa que se puede lograr y que nunca pierda las esperanzas, porque todo llega a su momento”.

Atyvse
A partir de su experiencia, hace poco más de un año, creó la Asociación Transplante y Vida de Santiago del Estero (Atyvse) para ayudar a las personas que están en la misma situación. El trabajo fundamental consiste en “brindar información y asesoramiento a la gente que está trasplantada y en lista de espera