Osiris Cruz/SIPSE
CANCÚN, Q.Roo.- A sus 21 años él no esperaba la muerte, pero consciente de que la vida se acaba sin avisar, decidió dejar sus órganos en donación. El pasado primero de octubre cayó de un edificio y con su desgracia más de 125 personas mejorarán sus vidas, sin embargo, todo estuvo en riesgo por la negligencia del Ministerio Público (MP).
El joven, de quien sus padres pidieron guardar el anonimato, murió de manera casi inmediata y con él un millón de sueños, proyectos y amores se vieron interrumpidos, un resbalón y después nada: todo había terminado. Quedando su familia con el dolor de su partida y haciendo todo lo posible por cumplir su último deseo... ser útil cuando ya todo es inútil.
A raíz de la muerte de este joven, médicos, enfermeras, personal de limpieza, en sí, todo un hospital privado se puso de cabeza, corrieron de un lado a otro bajo un ambiente donde la muerte se convierte en esperanza de vida por los trasplantes de riñón, hígado, córneas, huesos y piel, que por fin llegan para dar una oportunidad a algunos.
El personal médico en Cancún, capacitado para este tipo de procedimientos, es insuficiente, por lo que Edgar Benítez Cejudo, convocó a un equipo de Monterrey y de Guadalajara, y organizó todo para que lleguen al mismo tiempo, mientras que los afortunados pacientes que esperaron por más de dos años en una lista que pensaban ficticia, recibieron la llamada benefactora.
Con la asesora legal en el tema de trasplantes y en compañía de un familiar, el médico se dirigió al Ministerio Público para obtener el acta de defunción y el permiso para realizar el trasplante. Recordó que tres veces antes han obstaculizado el proceso: "no se puede hacer el trasplante de una persona que todavía está viva".
Pero Guillermina Ancona, la asesora legal, sabe que hay personas esperando el trasplante. Ante la impotencia rogaron, suplicaron, se enojaron, exigieron y se calmaron, sin resultados. La "determinación" de las autoridades fue de acero.
Ni siquiera el Ministerio Público pudo fundamentar su negativa. Guillermina les enseñó una y otra vez la ley General de Salud, explicó que el paciente estaba "conectado", que si se desconecta los órganos dejan de funcionar por falta de oxígeno y ya no se podrá ayudar a alguien, pero todo era como hablarle a la pared.
Mientras tanto, dos aviones estaban por llegar con el equipo de trasplantes, los pacientes esperan su oportunidad y los familiares quieren vivir su duelo.
Todo parecía detenido hasta que un familiar del fallecido recordó que tenía contactos en Presidencia de la República, quienes como por cosa del destino estaban en un evento de inclusión financiera en la Riviera Maya, entonces como un milagro, poderoso y contundente llegó el "pitazo autoritario" y la firma llegó, ya nadie objetó nada.
Después de más de cinco horas de vueltas, discusiones y desgaste físico, el doctor se encerró más de 12 horas para hacer dos trasplantes de órganos.
Luchan médicos contra ignorancia de autoridades en materia de trasplantes
La anterior fue la cuarta vez, desde 2008, que se intenta hacer un transplante de una persona sin vida a personas vivas y siempre es el mismo penar: las autoridades municipales ignoran la Ley General de Salud y se rehúsan a autorizar las cirugías retrasando los procedimientos y poniendo en riesgo la utilidad de los órganos que tienen un tiempo de vida menor a 12 horas. Los funcionarios alegan que el cuerpo aún está con vida.
"Hacemos todas las pruebas necesarias para determinar que no hay actividad cerebral, esto quiere decir que la persona está muerta, de acuerdo con la Ley General de Salud. Posteriormente sacamos el acta de defunción, para no tener problemas de que se nos acuse de tráfico de órganos. Todo es con el consentimiento de los familiares", aseguró Edgar Benítez Cejudo, doctor especialista en trasplantes de un prestigioso y exclusivo hospital de Cancún.
Al mismo tiempo se organiza una logística impresionante en el menor tiempo posible. El trasplante es un gran acontecimiento, los pacientes que tienen años esperando una oportunidad se preparan, se llenan de esperanzas.
Es entonces cuando después de tres veces que ya hemos recorrido el mismo viacrucis nos dirigimos con el Ministerio Público para que de su autorización, pero nos ponen cara de "no sé qué me pides, pero no se puede", explicó Guillermina Ancona, asesora legal en tema de trasplantes, que participó en el caso. En ese momento parece que todo se viene a bajo, nadie se quiere comprometer y nadie tiene la autoridad suficiente, sólo dicen: "No, no puedo firmar porque mi jefe me lo ordena así". Pensamos que el reloj empieza su cuenta regresiva, los órganos corren riesgo, muchas personas pueden lamentarlo y todo por ignorancia.
(c) Beatriz Mera. |
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