Cecilia Requena Gallo
Bolivia
registra el índice más alto de rechazo a la donación de órganos en Latinoamérica
(70%), según datos revelados, el pasado mes, por la Comisión de Transplantes del
Consejo de Europa en el reporte “Informe de Transplantes 2011”. Además, el país
se ubica en el penúltimo lugar en la tasa de donación efectiva de órganos con
relación a su población: 1,4 donaciones por millón de habitantes, en tanto que
la media en la región es de 7,2. En contraste, España lidera la lista
mundial de donación de órganos con 32 donantes por millón de habitantes. El año
pasado se realizaron a nivel mundial un total de 104.065 trasplantes de los
cuales 71.418 fueron de riñón, 21.207 de hígado, 5.403 de corazón, 3.649 de
pulmón y 2.316 de páncreas. A pesar de las desfavorables cifras para el
país, la doctora Dolly Montaño, coordinadora regional de trasplantes de órganos,
afirma que la situación en el departamento es más alentadora. “Antes Bolivia
estaba en blanco en las cifras de donación cadavérica. Cuando empezamos a
trabajar en la Gobernación, en el 2007, teníamos una tasa de 2 donantes por un
millón de habitantes mientras que ahora estamos a 5 por un millón, lo que quiere
decir que esa cifra registrada en el informe es resultado únicamente del trabajo
hecho en Santa Cruz”, aseguró. Desde el 2007 hasta el 2010 se realizaron 133
operaciones de trasplante de riñón en Santa Cruz de las cuales, el 77% fueron de
donantes cadavéricos, 16% de donantes vivos relacionados (familiares) y el 7% de
donantes vivos no relacionados. “Si Cochabamba y La Paz realizaran un trabajo
sistemático como el que hacemos aquí sin duda podríamos aumentar ese porcentaje,
pero lo importante es que ya estamos en el mapa de la donación cadavérica”,
puntualizó Montaño. Es por ello que la campaña de donación de órganos, que
fue anunciada recientemente y que se iniciará en noviembre, surgió de una
iniciativa planteada por el Ministerio de Salud para trabajar en el tema de
concienciación en los departamentos del eje troncal, y que pretende tomar el
ejemplo de Santa Cruz para aplicarlo en las otras ciudades. De momento, Montaño
adelantó que se está trabajando en las estrategias elaborando spots y cuñas para
difundirlos por los medios de comunicación, aunque enfatizó que fundamentalmente
se concentrarán en las minicampañas, lo que implica estar permanentemente
tocando el tema en ferias, charlas universitarias, clubes y otros lugares donde
exista bastante concentración de gente, porque el propósito es hacer un trabajo
continuo para resultados constantes. “AÚn hay mucho trabajo por hacer”
Herland Vaca Díez, médico nefrólogo y director del Instituto del Riñón,
coincidió con Montaño al afirmar que si bien, en relación al promedio
latinoamericano, Santa Cruz ha tenido notables avances, aún hay que seguir
incentivando las donaciones. “Un estudio realizado aquí da cuenta que uno de
cada cuatro personas que tiene un familiar con muerte cerebral accede a la
donación, lo que no es promedio bajo, pero existen otros países, sobretodo en
Europa, donde más del 90% dona los órganos de los familiares fallecidos”,
aseguró el galeno. La donación de órganos puede darse de dos maneras, mediante
un donante vivo (familiar o no familiar), o un donante cadavérico. Este último
se da en casos de muerte cerebral, que se produce cuando una persona sufre una
lesión cerebral que ocasiona el cese total e irreversible de la actividad en el
cerebro. En estos casos, el resto de los órganos vitales, que son regulados por
el cerebro, pueden funcionar durante un tiempo si la persona fallecida está
conectada a un respirador y si al corazón se le suministra soluciones que
favorecen el latido. Sin embargo, la función del corazón y del pulmón cesan si
se desconecta el respirador o si se suspenden las drogas. “A la familia le
cuesta creer en la muerte cerebral y por más que el médico le explique, la gente
se aferra a un milagro. Es difícil ver a un ser querido respirar y que te digan
que está muerto, por eso se hace difícil la donación”, explicó Montaño.
Legalmente, aunque una persona haya expresado su voluntad de ser donante y
cuente con un carné que de fe de ello, quien tiene la palabra final es la
familia. “Aquí y en España”, aclaró Montaño. Por eso, si uno decide ser donante,
debe hablar al respecto con sus familiares y amigos para que ellos entiendan y
respeten la decisión. Sin embargo, incluso en países donde la concienciación
es alta, aún existe un porcentaje de la población que rechaza las donaciones. Es
por ello que en España, líder mundial en donaciones, se implementó el Testamento
Vital, que es un documento con respaldo legal, que establece que la persona ha
aceptado donar sus órganos en caso de muerte cerebral, y por lo tanto ya no se
necesita la autorización de la familia. “Es importante mostrar el resultado
de esas donaciones, que son los trasplantes y las vidas que se salvan para que
la población sepa cuán importante es donar y que realmente se da vida con este
generoso acto”, enfatizó Vaca Díez. Prevenir también es importante Se
estima que cada año el número de pacientes que aparecen necesitando un
trasplante de órgano va en ascenso. La mayor parte de ellos corresponde a
trasplantes de riñón y en menor medida de hígado y corazón. Debido a este alto
número de enfermos, la campaña, que se desarrollará desde el próximo mes,
pretende trabajar haciendo énfasis en la prevención de enfermedades crónicas,
sobretodo aquellas que provocan insuficiencia renal, que es la operación de
trasplante más común. El doctor Vaca Díez señala a la hipertensión y la
diabetes como dos de las principales causas que generan daños en los riñones.
“Cuando los niveles de presión arterial se elevan hace que toda la estructura
vascular del organismo sufra, comprometiendo el funcionamiento de muchos órganos
nobles como el cerebro, el corazón, los riñones y la vista, por eso es
importante realizarse controles regularmente”, afirmó el médico a tiempo de
señalar que es necesario iniciar los exámenes de manera periódica a partir de
los 40 años. Asimismo, la diabetes compromete en menor o mayor grado a los
riñones después de unos diez años, aseguró Vaca Díez, quien recomienda llevar
una vida saludable, con una dieta balanceada, evitar el cigarrillo, el estrés y
el sedentarismo. “Atendiendo la presión alta y la diabetes, y sus
complicaciones, podemos evitar que la mitad o más de los pacientes lleguen a la
insuficiencia renal crónica, que es la etapa donde es necesaria la cirugía de
trasplante”. “Donar es la oportunidad de regalar vida” A sus 27 años
Mónica Córdova ha tenido que pasar por dos cirugías de trasplante de riñón. Ella
recuerda que la primera vez fue casi por ‘casualidad’, ya que cuando tenía 18
años se realizó unos análisis de rutina y los resultados dieron que la
creatinina estaba muy alta y por lo tanto la función renal muy baja. Aquella
experiencia no le resultó traumática, pues a los dos meses ya estaba programada
la cirugía con un riñón que su mamá le iba a donar. “No sufrí nada porque mi
mamá estaba a mi lado todo el tiempo, el día de la operación estaba a lado mío
en la mesa de cirugía y cuando desperté después de la cirugía lo primero que vi
al abrir los ojos fue a ella, entonces no hubo mucho sufrimiento”, relató. En
ese entonces Mónica y su familia vivían en Cochabamba y la cirugía fue realizada
en esa ciudad. Durante ocho años el riñón que su madre le había donado
funcionó bien hasta que empezó a mostrar señales de deterioro. Es por ello que
decidió venir a Santa Cruz y consultar con el Dr. Herland Vaca Díez, quien luego
de unos análisis, le dijo que debido a la técnica realizada durante el
trasplante, el órgano iba a tener un periodo de vida terminado. Y tal como el
médico lo había anunciado, al poco tiempo el órgano empezó a fallar. Ante
ese panorama Mónica resolvió venirse a vivir a Santa Cruz, en febrero del año
pasado, a la espera de un donante para el nuevo trasplante. En ese momento fue
decisivo el apoyo de su novio, Rodrigo Sagredo, quién se encontraba trabajando
en Perú y al enterarse de su estado de salud, no dudo en venir a acompañarla.
“Por cuestiones de trabajo mi padre tenía que quedarse en Cochabamba y mi
hermano menor también, porque aún está en colegio. Mi madre murió hace ocho años
en un accidente, así que el apoyo de mi novio fue importante porque a medida que
pasaba el tiempo mi estado era más delicado y no hubiera podido cuidarme sola”,
aseguró. Ni bien llegó a la ciudad, su novio se hizo los análisis de
compatibilidad para saber si era un potencial donante. Los resultados fueron
positivos. Luego Mónica empezó las sesiones de diálisis y se sometió a una
primer cirugía para sacar el riñón trasplantado. La operación se complicó y tuvo
que recibir transfusiones de sangre. “Llega un momento en que tanta transfusión
y diálisis, sensibiliza la sangre, entonces cuando Rodrigo se vuelve a hacer los
análisis para planear la fecha de la cirugía, ya no era compatible por lo que se
descarta esa opción y entro a la lista de espera de donantes cadavéricos”.
Mientras estaba a la espera de un donante, la salud de ella se debilitó.
Llegó a pesar 37 kilos y en muchas ocasiones, su novio tuvo que llevarla cargada
a las sesiones de diálisis, que duraban doce horas, porque ella no podía
mantenerse en pie. Mónica tuvo que sufrir la decepción de cuatro llamadas en las
que apareció un donante, pero ninguno fue compatible con ella. Fue en ese
periodo que conoció a muchas personas que se hicieron sus amigos y le brindaron
su apoyo. “A pesar de todo el sufrimiento agradezco ahora porque de otra manera
no habría aprendido tanto. Es en esas circunstancias que uno conoce la grandeza
de las personas”. Un día, mientras se realizaba una sesión de diálisis,
recibió el llamado de que había un donante y debía pasar al hospital a
realizarse los análisis de compatibilidad. Como se sentía muy mal por las
anteriores experiencias, decidió no ir. Sin embargo, su novio la llevó directo
al hospital para que se haga las pruebas. “Más bien que me obligó a ir porque al
día siguiente me llamaron y me dijeron que me prepare para la operación porque
me iban hacer el trasplante”. La operación se realizó el 24 de agosto. Si
bien después de la cirugía Mónica tuvo que permanecer un mes en el hospital
porque el riñón no respondía, ni bien fue dada de alta el órgano empezó a
funcionar sin problemas. “A los tres meses ya estaba trabajando y en eso tiene
mucho que ver Rodrigo porque ambos tenemos los mismos objetivos en la vida,
hemos formado nuestro negocio y nos estamos esforzando para que siga creciendo”,
comentó con mucha ilusión. Ahora que ha pasado poco más de un año, Mónica
está intentando encontrarse con la familia de quien fue el donante. De él, sólo
sabe que fue un joven de 18 años. “Me gustaría agradecerles y mostrarles que
gracias a su generosidad pude volver a reconstruir mi vida. Donar es tener la
oportunidad de regalar vida, es una gran bendición y eso Dios lo devuelve
abundantemente”.
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