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Desde la atalaya del Castillo V.
Por Francisco González Lara [2011-12-01]
La farmacia rural española ha
pasado de héroe a villano, definición que aunque poco original y manida,
ilustra de forma incuestionable la situación actual. Podríamos
preguntarnos qué ha ocurrido para llegar a esta situación, cuando sobre
la farmacia española se cernía la amenaza de Europa en forma de Dictamen
Motivado, la profesión puso como escudo ante el peligro de
desregulación del modelo a la farmacia rural como único valor que podía
justificar un modelo reglamentado como el español. Pero de forma
paralela a esta puesta en valor de la farmacia rural, se produce una
degradación de la economía de este tipo de farmacias, quedando algunas
de ellas en una situación insostenible.
Ante esta
situación la farmacia rural, toma conciencia de la importancia que su
labor tiene para el conjunto de la farmacia española, comienza a
organizarse y reclama se tenga en cuenta su circunstancias y que
teniendo en cuenta su importancia, reconocida por todos para la
continuidad del modelo, se arbitren mecanismos que permita su
supervivencia y el desarrollo con dignidad de su labor profesional.
Pero
la profesión, ante una situación que ella misma reconoce como
insostenible, y ante la presión de los representantes de la farmacia
rural, comienza a dilatar la solución en el tiempo, pidiendo que sea la
administración quien la resuelva.
Y justamente,
la administración toma la iniciativa, a nivel nacional con el decreto de
agosto, que aunque de manera simbólica reconoce, por primera vez en la
historia de nuestra profesión, que algunas farmacias para su
supervivencia necesitan una ayuda por parte de la misma. Y a nivel
autonómico Andalucía en su proyecto de concurso de moléculas, habilita
también una ayuda para las farmacias rurales.
En
este escenario, algunos de nuestros dirigentes, públicamente han
declarado, lo que muchos piensan en privado, que la mejor solución sería
la desaparición de muchas de estas farmacias rurales, postura avalada
por el archivo del Dictamen Motivado, que anima a este tipo de
soluciones, ante un hipotético horizonte libre de amenazas para el
modelo.
Particularmente creo que se equivocan, en
primer lugar porque anulan el único argumento que avala el modelo, y no
sabemos que nos depara el futuro, y en segundo lugar porque soluciones
de este tipo quizás satisfagan a un sector de la profesión, pero no a la
sociedad ni a la administración.
La
administración, la sociedad si valoran la labor de la farmacia rural, de
otra forma no se entendería que las subvencionara, pero además, y como
aviso a navegantes, las cabezas de huevo pensantes de nuestra profesión,
deberían plantearse que una vez que la administración mediante este
sistema de subvenciones forme una red básica de farmacias, puede
entender que las que sobran son otras. Y justo los que plantean estas
soluciones descabelladas son los que por una miras cortoplacistas y un
egoísmo desaforado ponen en peligro un modelo al que tanto ha ayudado la
farmacia rural a justificarse.
Por último, no me
resisto a preguntarles a los que nos tildan con cierta sorna de
botiquitas del portal de Belén, quien hará de Herodes y de Judas en esta
representación. Por cierto si no recuerdo mal, en el Portal de Belén
nació un niño que cambio el mundo, cuidado no ocurra lo mismo con
nuestra profesión.
Este texto se corresponde con un post del blog Farmacéuticos Rurales.
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