PATXI IRIGOYEN PROTAGONIZA UNA INCREÍBLE HISTORIA DE SUPERACIÓN TRAS UN DOBLE TRASPLANTE PULMONAR.
Pasó de toser cada 20 segundos a subir en Los Andes a 6.000 metros de altura.
Patxi nació hace 35 años con la enfermedad del beso salado, la fibrosis quística. La intervención de doble trasplante pulmonar duró 12 horas y en ella tuvo que superar dos paradas cardiorespiratorias.
ALMUDENA RIVERA y DAVID MENAYO 12/11/10
http://www.marca.com/2010/11/12/mas_deportes/deportes_aventura/1289548562.html
La historia de Patxi Irigoyen es una de esas en las que la realidad
supera con creces la ficción. La vida de este navarro de 35 años puede
servir de espejo en el que mirarse a todas aquellas personas que dudan
si creer que los retos nunca son imposibles. No obstante, ascender una
montaña de 6.000 metros y hacer vida normal después de un doble
trasplante de pulmón para superar una fibrosis quística es su gran aval.
"Me asustaba que me mirasen como si fuera un enfermo contagioso cuando tosía sangre"
Patxi nació hace 35 años con la enfermedad del beso salado, la
fibrosis quística —afecta a uno de cada 4.000 nacimientos en España—,
aunque no se la diagnosticaron hasta los nueve años. Una afección
genética que afecta a órganos como pulmones o páncreas y que en Patxi se
tradujo en una pérdida continuada de peso y un catarro tras otro. Su
madre no paró hasta que en un hospital de Zaragoza dieron con su mal.
“Me pusieron un tratamiento que me permitía jugar con mis amigos y hacer
algo de deporte", comenta el navarro.
Pasó la infancia privado de libertad de movimientos y su adolescencia
cuidando al máximo sus esfuerzos. La medicación que tomaba era
paliativa pero no curativa. Estudió Mecánica del Automóvil, pero sólo
pudo trabajar durante tres años. A los 22 le concedieron la baja laboral
y le dieron la incapacidad absoluta. “Por los esfuerzos me rompía
alguna vena y tosía sangre. Me asustaba que me mirasen como si fuera un
enfermo contagioso", relata Patxi, a quien su capacidad pulmonar le fue
mermando hasta que “subir escaleras sin sofocarme era imposible. Tosía
cada 20 segundos y era imposible llevar una vida normal. Llegué incluso a
plantearme si levantarme al baño".
"Decidí operarme para cumplir el sueño de mi vida: respirar como una persona normal".
La cosa iba de mal en peor y Patxi tuvo que buscar soluciones de
emergencia. En sus revisiones periódicas ya le habían sugerido un doble
trasplante pulmonar, pero el respeto que sentía por el quirófano le hizo
aplazar este paso al frente. Pero llegó un momento, en el verano del
2000, que la situación era tan insostenible que la médico que llevaba su
caso se plantó. "Tenía sólo el 20% de capacidad pulmonar. Le pedí que
me dejara vivir mis últimos San Fermines y luego me operaría. Tenía
mucho miedo porque conocía varios casos de personas que perdieron la
vida en la operación y de otros que fallecieron incluso antes de
operarse", relata. Pero él fue valiente y encontró el momento de
demostrarlo. El 7 de enero de 2001 se operó en el Hospital La Fe de
Valencia.
“Quería cumplir el sueño de mi vida, respirar como una persona
normal", apunta Patxi. La intervención duró 12 horas y en ella tuvo que
superar dos paradas cardiorespiratorias. Pero las ganas de vivir del
navarro hicieron que saliera hacia adelante. Fueron momentos duros que
Irigoyen ha revivido una y otra vez, pues grabó toda la intervención:
“Los primeros años vi la operación cada 7 de enero y se me saltaban las
lágrimas". Y es que ese paso por el quirófano cambió la vida de Patxi.
La recuperación no fue fácil —tomaba hasta 40 pastillas diarias—, pero
su espíritu de luchador insaciable le permitió adaptarse a una nueva
situación, para él idílica. Consiguió que le rebajaran el grado de
incapacitación y poder volver a trabajar.
"Cada vez que veía el vídeo del trasplante se me saltaban las lágrimas"
Lo hizo primero como comercial de seguros y después creó junto a su
amigo Íñigo Huarte la productora Brahma Pictures, con la que ha hecho
varios trabajos relacionados con la discapacidad. “Me encanta ayudar a
la gente y dar a conocer enfermedades como la mía", apunta Patxi. El
navarro es un todoterreno enamorado de los deportes de riesgo. Ha
cruzado el desierto en moto, corre maratones, hace bicicleta y snow y ha
subido montañas de 6.000 metros de altura. Ha demostrado al mundo que
no existen cotas inalcanzables.
http://www.marca.com/tv/?v=mOAnyK9Nj2H
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