La noticia tiene miga. Imaginese que le dicen que le quedan tres telediarios de vida. Y ahora, ¿que?
Según cuentan, a Dave Ismay, un humorista inglés de 64 años, le diagnosticaron una cirrosis hepática fulminante debida al alcohol, hace poco. Y lo peor no era eso; la parte más dura fue saber por boca de sus galenos que le quedaban menos de tres meses de vida.
Que te lo diga un programita de esos que pululan por internet tiene guasa, pero que te lo digan los que saben, no. Y ahí se quedó el Sr. Ismay dandole vueltas al tema, pensando y pensando.
Cada uno afronta la muerte a su manera, como cantan por ahí. Unos se bloquean y desean morirse antes, otros rezan... y otros planifican. Dicen los médicos que la actitud mueve montañas: no hay enfermedades, hay enfermos. Y dicen los magos que los deseos son peligrosos, porque pueden cumplirse.
Dave Ismay, ni corto ni perezoso, se montó una lista de deseos a cumplir antes de espicharla: que si montarme en un mercedes modelo no se cuántos, que si jugar al golf en el K Club, un sitio muy caro o algo así de Irlanda. Caprichitos tontos todos tenemos en algún momento de la vida. Y si puedes pagartelo, pues ¿cuándo mejor hacerlo que cuando no podrás gastartelo en "el futuro"?
Pero también incluyó hechos importantes, como llevar a su nieto de tres años a la Villa Park; hechos que al parecer son simples de cumplir materialmente, pero dificiles de olvidar en el corazón.
Puestos a escribir deseos en una lista Dave coló uno imposible del todo: inmotalidad. Que malo es desear. Te pones, te pones, y acabas pasandote. Pero ¿por qué no desear lo imposible, eso que otros piensan que nanai, eso por lo que te llamarían loco? De perdidos, al río, y ahí lo escribió. Y mira por dónde diez semanas después del diagnóstico le dicen los especialistas que hay un error, que no tiene eso, sino una enfermedad hereditaria con nombre raro: hematocirrosis, que por lo visto es una sobrecarga de hierro en la sangre, y que encima tiene tratamiento.
Mejor, imposible. Ser o no ser. Morir o no morir (antes). Pero estos ingleses, como son muy suyos, en lugar de alegrarse, publican esto con otro cariz: "pobre hombre, que se arruinó del todo queriendo cumplir sus deseos, y ¡fue un error médico!"
Si las equivocaciones son como esta, ¡que vivan las equivocaciones! Nadie escribe en una receta productos como "gastador forte". Que le quiten lo bailao al buen señor, que siga disfrutando de su mercedes, y que mientras esté vivo recuerde lo bueno que es vivir.
Adivinanza: "amarillo, amarillito, y mi cantar es bonito. No parece necesario decir que soy un..." No, canario, no. periodista inglés, más bien.
Beatriz González.
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