Las peculiaridades de la sociedad gallega, con el apego a la muerte, la elevada edad o la dispersión geográfica, explican el repunte de la negativa a la cesión de órganos de un familiar.
Los padres de niños fallecidos suelen ser grandes donadores. Quizás porque saben mejor que nadie la situación en la que pueden estar otros pequeños. Pero hay otros muchos perfiles a los que les cuesta tomar la decisión.
"Hay quien no se siente legitimado para hacerlo si el paciente no lo dijo en vida", cuenta el director de la Oficina de Transplantes de Galicia, que ha estudiado a fondo las razones de por qué la comunidad es una de las que tiene más negativas.
Con una de las mayores tasas de negativas entre todas las autonomías, la Consellería de Sanidade y la OTC se propusieron a estudiar a fondo las razones para atenuarlas en la medida de lo posible. Ante todo, la donación se considera un acto de generosidad y los familiares, en esos momentos, atraviesan un estado de shock que hay que tener muy, muy en cuenta. "Por un lado –cuenta Jacinto Sánchez– se evidencia que hay personas que no se sienten legitimadas para tomar una decisión porque su pariente en vida no la tomó". Y entonces hay que apelar a lo que al paciente le hubiera gustado. "Porque esa voluntad siempre se respeta, como la de si quiere ser enterrado en algún lugar o incinerado", añade.
La edad del familiar es clave. A los 70 y 80 años, con el planteamiento de la donación, "se les viene el mundo encima". En cambio, los jóvenes llegan incluso a "pelear" para que su madre o su padre se conviertan en donantes. "Los padres de niños pequeños son también un perfil que dona muy bien porque entienden perfectamente lo que puede estar pasando otra familia como la suya", asegura el responsable de la OTG.
Que en Galicia existe un apego especial a la cultura de la muerte no es ninguna novedad. Al ritual que le sigue con el velatorio. La pregunta suele surgir con frecuencia: ¿cómo va a quedar el cuerpo del fallecido? "En ese momento se les deja claro que estamos ante una operación y que podrán seguir todos los pasos que tenían previsto", cuenta Jacinto Sánchez. Una inquietud más presente entre los vecinos de poblaciones más pequeñas que en grandes localidades urbanas. Ojo. No se trata tanto de vivir cerca o lejos de una ciudad como de las dimensiones de su entorno. "Da igual que está a 8 o a 80 kilómetros de Vigo o A Coruña –insiste–, sino el número de habitantes, por el qué dirán, qué pensarán...".
Por si quedaba alguna duda, la clave de la OTG para seguir incidiendo en la reducción de negativas al transplante está en la concienciación. Desde los más pequeños. En los últimos tres años se han organizado charlas en colegios para más de 12.000 escolares. "Ellos son la sociedad del futuro y dentro de 25 años veremos el resultado", señala.
http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2010/10/11/miedo-donacion-muerte/480190.html
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