Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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domingo, 13 de marzo de 2011

Enamorada de sus tres vidas

Josefa Gómez Ruiz, presidenta de la Asociación de Pacientes Renales ha nacido tres veces.







La presidenta de Asociación de Enfermos Renales, Josefa Gómez Ruiz, en la sede del colectivo.  Gregorio Torres


RAQUEL RIVERA. MÁLAGATres vidas en 42 años. Tres seres queridos que llegan, se quedan un tiempo, y luego se marchan. Tres etapas con risas y lloros, con ganas de pelear, o de que la angustia se ponga por delante, de burlar a la enfermedad, de aliarse con ella... Tres trasplantes de riñón para seguir ilusionándose con el presente. Josefa Gómez, natural de Comares –Pepi para su gente– se siente «afortunada» por su historia, también orgullosa, pero sobre todo, agradecida. Recibir una llamada de teléfono para un trasplante, significa enfrentarse a una serie de sentimientos contradictorios: «La cara y la cruz de una misma moneda, alegría por acabar con el sufrimiento; tristeza por el fallecimiento de una persona; esperanza por el deseo de una nueva vida, y miedos al preguntarte, ¿ese riñón será para mí?». Con el tiempo, esas dicotomía de emociones desaparece.
Desde niña, Pepi supo que nunca debía desmoronarse, todo lo contrario. Animar al resto. «Yo me decía, tengo que ser fuerte, no llores», recuerda de aquella etapa, cuando con 13, 14, 15 años, acudía a diálisis con su madre cada dos días, llevando por dentro los mareos, la debilidad de unas piernas pesadas, los calambres, las ganas de vomitar...Pepi, hoy presidenta de la Asociación de Enfermos Renales de Málaga, ALCER, se preocupó por no dar pena, por sentirse como los demás adolescentes. Y a pesar de la protección familiar, cree que lo consiguió.
De su adolescencia en diálisis, se queda con muchas cosas: unos amigos para toda la vida; aprender a convivir con su enfermedad, glomerulonefritis; el concierto de Michael Jackson en Marbella con otros pacientes; partidas de ping-pong antes de conectarse a la máquina que limpiaba su sangre, risas y bromas...«Cuando nos reuníamos en Madrid, nos llamábamos los ariñonaos, unos pesados que almacenan líquidos en el cuerpo»
Y con 16 años, llega la llamada. Hay un riñón de un donante fallecido. «A esa edad no eres tan consciente de lo que significa. Pero sí que lo vives con ilusión, y también cierto temor». Era octubre de 1986, y esa vida fue corta, 15 días. En realidad, Pepi supo desde el principio que aquel riñón no iba bien. Pero se emociona al recordar la generosidad de una familia que pensó en ella.
«¿Te puedes imaginar lo que es una adolescencia con diálisis? Recuerdo cosas bonitas, claro, pero también los límites, todo me costaba; más esfuerzo para socializarme, para estudiar, para mantener el contacto con mis amigas». También limitar la alimentación, que los frutos secos y el chocolate estén prohibidos en la dieta. Pero Pepi remando a contracorriente, alcanzó metas, trabajó en una residencia en Ronda, impartió clases y viajó, a Madrid, Mallorca, Canarias... da igual que estuviera atada al tratamiento.
Nueve años duros, hasta que el teléfono vuelve a sonar. Pepi estaba de compras. Volvió a nacer con 22 años. Por delante, una vida de 14 años, en la que conoció a su marido y aprendió el concepto de autonomía, independencia. «Cuando pasas la etapa de estar a medio camino del hospital y tu casa, y empiezas a llevar una rutina normal, te sientes descolocada. Incluso sientes pena, porque has perdido el contacto con tus compañeros de diálisis». Pepi empezó a llenar de contenido esas tres mañanas o tres tardes a la semana. «Es una nueva situación de libertad, y adquieres una vitalidad increíble». Pepi se comió el mundo. Y sintió gozo la primera vez que supo que debía ir al baño. Ese ritual sigue siendo muy especial para ella, para los trasplantados de riñón.
Pero la nueva vida de Pepi empezó a quebrarse. «Comencé a notar que el riñón no iba a bien, hasta que dejó de funcionar. Ése fue el peor momento de mi vida, te pilla desnuda. Otra vez tienes que ir a diálisis, cuando has establecido tu trabajo, tu familia. Es aparcar la carrera y que se instale el sentimiento de frustación». Pepi compara la pérdida de un órgano donado con el dolor que se siente cuando un ser querido se va.
Aquel golpe duró 17 meses. Un tiempo en el que Pepi sufrió el sentimiento de culpa por querer un riñón, porque «eso implica esperar el fallecimiento de alguien». Una noche de septiembre de 2008, una llamada le devolvió esa ansiada autonomía. «Que este órgano me dé la vida que sea, mi agradecimiento es inmenso». Y Pepi lo demuestra cuidándose y trabajando con «ilusión y responsabilidad» en Alcer, su segunda familia. Desde allí dice que lucha por mandar a los jóvenes mensajes de prevención de esta enfermedad silenciosa ; por mejorar la calidad de vida de de los pacientes; por animar a los se hunden... Desde allí, cuenta sus tres vidas.

¿Por qué es el personaje de la semana?

Josefa Gómez es presidenta de la Asociación de Enfermos Renales, ALCER, desde la que trabaja por mejorar la calidad de vida de los pacientes que esperan un trasplante, y prevenir estas patologías, consideradas silenciosas. El 10 de marzo fue el Día Mundial del Riñón. Los fallos renales afectan en España a más del 9 por ciento de la población mayor de 18 años. En Málaga residen más de 1.300 trasplantados.

 









http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2011/03/13/enamorada-tres-vidas/408166.html

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