Vivir en Alcalá de Guadaíra es un lujo. Por nuestro paisaje y nuestra ribera, por nuestro puente, y nuestro castillo, por esas calles que conservan su misterio antiguo, y sobre todo por su gente.
Oyendo en una ocasión a D. Enrique González Arias, en una de sus conferencias, hablaba del valor de la mujer alcalareña, de pasada, como uno de los grandes valores de esta ciudad. El desarrollo industrial alcalareño creó un modelo de mujer admirable: independiente, libre, y amante y guía de su familia. Alcalá era fuente de muchas Carmen de Bisset capaces de ser responsables de sus propias decisiones, de su libertad, cuando en esos mismos tiempos, en otros lugares, vivian sometidas bajo el poder de los hombres de la familia, y sin chistar.
Rocío, junto a su madre Dolores. |
He conocido a amigos viviendo entre dializadores años y años, sin que nadie se ofrezca (ni por quedar bien) a donarle un riñón, por muy de su sangre que fueran. Y hay que entenderlo: el miedo es el miedo. Pero algunos vencen al miedo por amor y le dan dos patadas a ese miedo y protagonizan milagros, ésos que a mi me gustan, los de todos los días, de los que no se habla, y que pasan a nuestro lado sin apenas darnos cuenta.
Rocío ante las cámaras del equipo de informativos de Giralda Tv. |
Una de estas hacedoras de milagros es una alcalareña que aún se corta delante de una cámara, pero que basta oirla con su familia para entender que defiende lo suyo y su intimidad como una heroína de película. Rocío, esta rubia altisima que le gasta bromas a su sobrino sin dejarle en paz, se merece mucho más que cuatro franses mal hiladas dentro de un artículo, porque enfrentandose a su propia madre, y con un "aquí mando yo" le ha regalado un riñón. Dolores dice que ella la parió un día y le dio la vida, y ahora Rocío se la ha dado a ella. Oir esto viendoles el brillo en sus ojos y sus miradas de complicidad me hacen repetirme como el ajo: Alcalá es un lugar privilegiado.
Si hubieran muchas personas como nuestra vecina Rocío muchos estarían viviendo con la calidad que lo hace hoy su madre, Dolores. |
Gracias, Rocío, por tu ejemplo. Hijas que donen a sus madres un órgano, sólo hay un par como tú. Madres que donen a sus hijos, agarraditas a eso de "a mí me queda menos que a mi niño/a", hay más. Todas se merecen un respeto especial. Y todas sois espejos donde mirarnos.
Beatriz González Villegas.
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yo, sobrina de Dolores y prima de Rocío, las admiro, puesto que yo hubiese hecho lo mismo, con miedo pero lo habría realizado. Un beso para las dos, sed fuertes y seguid para delante.
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