Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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martes, 14 de septiembre de 2010

Juan Gracia Armendáriz, desde su nuevo libro Diario del hombre pálido, demanda una comunicación más cálida y próxima.

DEMANDA UNA COMUNICACIÓN MÁS CÁLIDA Y PRÓXIMA

"A veces al médico le falta cercanía en el trato con el paciente".

Juan Gracia Armendáriz. Periodista y escritor.



El periodista y escritor Juan Gracia Armendáriz acaba de publicar Diario del hombre pálido,
donde narra 169 días como paciente que recibe diálisis 12 horas a la semana. Conoce la
enfermedad con ojos, oídos y cicatrices. Hace 20 años que fue diagnosticado de insuficiencia
renal y fue trasplantado.
Ahora repite desde hace dos años y medio. Quizá este diario tenga la virtud de servir de guía para terapias con enfermos que se ven obligados a casarse con el colectivo médico o a pasar unas largas vacaciones con los profesionales de la salud, pues analiza los factores que entran
en juego en estos periodos de desasosiego.
"Las órdenes y los caprichos del cuerpo enseñoreado resultan a menudo ininteligibles y hemos de recurrir al intérprete, al sanador, para que lo predisponga de nuevo al mutismo. El sanador y sus técnicas y máquinas, tan benéficas como monstruosas, traducirán los mensajes del cuerpo y quizá lo reamaestren", dice el prólogo. Gracia comenta que "el personal médico está muy cualificado y cuenta con medios técnicos excelentes", pero hace hincapié en "una falta generalizada de humanidad en el trato con el paciente".
Para hacer frente a la distancia, demanda una comunicación más cálida y próxima, "como
los médicos de pueblo, que miran a los ojos y te cogen la mano". En una de las páginas lo cuenta así: "Ellos me miran con mirada de galeno; yo les miro el fondo de los ojos. Intercambiamos diagnósticos. A los médicos, como a los profesores petulantes, les irritan las
preguntas". Los pacientes que se someten a diálisis "tenemos cierto sentimiento de abandono, y el profesional no es consciente del poder que tiene su palabra en esos momentos".
Es de los que piensan que todo el mundo debería pasar dos semanas en un hospital, al menos una vez en su vida. "Los materiales quirúrgicos huelen a objeto espacial. Me colocan una tienda de campaña sobre la cabeza. El cirujano sólo dice: 'Si sientes algo no tienes más que decirlo'. Noto sus dedos dentro de mi cuello y un cordón que entra y sale debajo de la clavícula. Siento que un perro me muerde en la clavícula".



Fuente: http://static.diariomedico.com/docs/2010/05/28/dm-31_5.pdf

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