Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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sábado, 6 de abril de 2013

Noticia: Más allá de la ecuación donante-receptor


Por Dr. Horacio Azíz / Especial para Clarín Buena Vida

  • El dolor por la pérdida puede transformarse en un acto de amor y esperanza. 
  • El papel de los familiares en la toma de decisión y la superación de falsas creencias.



05/04/13 - 15:50

La familia de los donantes de órganos cumple un papel fundamental e insustituible en el acto de la donación de órganos para trasplante.

En primer término, son ellos los que garantizan la voluntad que en vida uno les expresó acerca del deseo de ser donante de órganos al momento del fallecimiento.

Tan importante es hablar con los familiares sobre este tema que, sin el consentimiento afirmativo de ellos, no se procederá jamás a la procuración de los órganos de una persona fallecida en condiciones de ser donante.
Este punto no es menor, pues garantiza la transparencia del sistema y brinda la posibilidad de modificar la voluntad que alguna vez uno pudo haber expresado.

En medio del sufrimiento por la pérdida de un ser amado, las familias encuentran en la donación de órganos la posibilidad de transformar un inmenso dolor en esperanza de vida. Es frecuente escuchar: “Imagino el sufrimiento de aquellas personas que aguardan cada día la donación de un órgano para seguir viviendo”, “Si yo no resisto el dolor que tengo desde hace tan sólo unas horas por la muerte de mi ser querido, cuánto dolor vivirán los que esperan cada día?”

Promover la vida

Los familiares de aquellos que aguardan un trasplante como única posibilidad de curación acompañan con amor y comprensión a sus enfermos.

Cada día y a cada instante, se sobreponen a las complicaciones de la enfermedad y asumen la tarea del cuidado cotidiano. Saben que la posibilidad de vida del ser querido depende, entre otras cosas, del gesto de amor de otra familia.


El trasplante de órganos aún encierra en nuestro país un sinnúmero de fantasías que rodean historias imposibles de creer. El robo de personas para extraerle los órganos es el ejemplo más mencionado. También lo es el temor a que, si se sabe que una persona es donante, la dejarán morir para “quitarle” los órganos y así trasplantar a otra persona, generalmente un famoso o adinerado.

¿Robar órganos cuya compatibilidad es muy poco probable que coincida con la persona en la que serán trasplantados? ¿Un sistema clandestino y criminal que involucre a decenas de profesionales altamente entrenados y reunidos en un centro de asistencia médica de altísima complejidad? ¿Dejar de asistir a una persona en situación crítica para que muera y así tener órganos para quien aguarda?

La educación sostenida en el tiempo por generaciones garantizará la desaparición de estas creencias que, en definitiva, sólo generan temor en la población y pérdida de vidas por la falta de donantes.

A medida que escribo estas líneas siento en mi corazón un sincero reconocimiento a quienes han ejercido el amor al prójimo, a las familias que donaron y aquellas que, en su espera, sostienen la dignidad de los enfermos.

El doctor Horacio Azíz es presidente de la Fundación Argentina de Trasplante Hepático (F.A.T.H.); www.fath.org.ar







http://www.clarin.com/buena-vida/tendencias/alla-ecuacion-donante-receptor_0_895710647.html

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