La técnica, muy poco invasiva, se ha probado con éxito en 34 personas - Sanidad busca aumentar así la donación de vivo, inferior a la media de la UE.
EMILIO DE BENITO - Madrid - 05/08/2011.
Cuantos menos riesgos y molestias tenga el donante, más fácil será que
se decida a aportar un órgano. Esa es la premisa de la última técnica
que ayer presentó en España un equipo del hospital Clínic de Barcelona:
la extracción de riñones para trasplante por medio de una técnica que
combina la cirugía mínimamente invasiva y el uso de orificios naturales
(en este caso, ombligo y vagina). En el ensayo, que publica la revista European Urology,
participaron 30 mujeres y cuatro hombres, y el director de la
Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, espera que
se pueda expandir rápidamente a otros centros.
Rafael Matesanz. |
El trabajo, que ha dirigido Antonio Alcaraz, jefe de Urología del
Clínic, utiliza uno de los hitos de la cirugía moderna, la denominada
NOTES (acrónimo en inglés de Cirugía Transluminal a través de Orificios
Naturales). Estas técnicas -en las que España es un país puntero- se
empezaron a usar en humanos en 2007, y se basan en la utilización de
orificios del cuerpo para acceder al interior o para sacar órganos. La
gran novedad de este ensayo, de los que solo se ha hecho uno antes en el
mundo, según Matesanz, es que los riñones así extraídos son válidos
para ser trasplantados.
De hecho, como explica Juan Francisco
Noguera, del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la
Salud (Iunics) de Baleares -otra de las referencias en este campo-, en
este caso se ha utilizado una técnica mixta. En las mujeres se ha usado
la vía vaginal para extraer el riñón, pero ha habido que ayudarse de un
par de incisiones en el abdomen, de 5 y 10 milímetros, para introducir
en la cavidad abdominal el instrumental que separa el riñón y, vital en
esta técnica, la cámara y la iluminación que permiten a los cirujanos
seguir el proceso. En los varones, la vía de entrada fue el ombligo.
La
idea de la ONT es que con esta técnica se podrá conseguir aumentar el
número de donantes vivos de riñón. Al contrario que en los órganos que
provienen de cadáver, donde España es líder mundial destacada -los
últimos datos de la organización muestran que la tasa es de 32 donantes
por millón de habitantes, casi el doble que en la UE-, en los órganos de
vivo se está por debajo de la media. Los datos de la ONT indican que en
2010 se realizaron 240 trasplantes de estas características -frente a
2.225 de cadáver-. Este año, según Matesanz, se espera llegar a los 300.
"Con ello nos situaríamos en la media europea", añadió.
De hecho,
en España las donaciones de vivo se empezaron a potenciar en 2006,
cuando se vio que el número de órganos que se podían obtener de cadáver
estaba llegando a su máximo. En principio, la práctica estaba reservada a
familiares de enfermos, pero se ha ido ampliando a desconocidos (los
llamados buenos samaritanos) y estimulando con los llamados trasplantes
cruzados o las cadenas, en las que un allegado de un receptor es animado
a dar a cambio su órgano para otro paciente.
Y aquí entra en
juego esta técnica, ya que los posibles efectos adversos de la operación
son una de las pegas para que los voluntarios ofrezcan uno de sus
riñones. Pero con esta cirugía se reduce el número de infecciones y el
riesgo de hernias o adherencias en las incisiones, ya que estas son muy
pequeñas y en lugares más protegidos, explicó Alcaraz.
Es el caso
de Concepción Jiménez, una mujer de 58 años que ha donado un riñón a su
marido. "Llevaba 38 años con problemas renales, pero afortunadamente,
solo desde noviembre con diálisis", cuenta. En ese momento ella y sus
tres hijos se ofrecieron para donarle un riñón.
Recuerda el
proceso como algo muy llevadero. "Me operaron el 5 de abril, el 6 me
ofrecieron un caldito -yo pedí un yogur-, y el 7 me mandaron a casa". "A
los 15 días no me quedaban más que unas cicatrices de nada, como una
espinilla", dice refiriéndose a las incisiones del abdomen. Quizá de
todo el proceso lo que menos le gustó fue que ella y su marido
estuvieron en plantas diferentes. "No nos vimos ni en el trayecto al
quirófano, pero él dice que estaba a mi lado durante la operación porque
me oía", recuerda.
Ahora, su vida ha cambiado. No por ella, que
sigue siendo una mujer dicharachera y vitalista que no ha perdido su
acento granadino aunque lleva más de 50 años en Badalona. Pero sí por su
familia. "Mi marido ya no se cansa tanto; es otro", dice satisfecha de
haber protagonizado un ensayo tan especial.
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