Rosana Pajarón, Sevilla
21/08/2011 21:23
Dolores vivió la boda de su hija de forma especial, con dos trasplantes de riñón a sus espaldas. / El Correo - elcorreo
Loli Barroso fue la primera trasplantada de Andalucía en ser madre, una hija que hoy tiene 28 años
Dolores Barroso, más conocida como Loli, pensó que no llegaría a ver cumplir a su hija 20 años. Y el pasado 30 de julio ya estaba asistiendo a su boda. La emoción que sienten todas las madres al ver a sus hijos ante el altar se intensificó hasta el infinito y no era para menos. El nacimiento de la chica supuso todo un reto para la medicina andaluza: era fruto del primer embarazo de la primera trasplantada en Andalucía. Ante la incredulidad de muchos, tanto Loli, de 48 años, como su hija Rocío, hoy con 28, lograron salir adelante.
Llegar hasta ese altar no fue, ni mucho menos, un camino de rosas. Con tan sólo 16 años, a esta vecina de Pruna le detectaron insuficiencia renal crónica,
"una enfermedad que no se conocía, no se sabía ni lo que era una
máquina de diálisis", explica. Muchos definen a Loli como una "llorona",
y en esos años se ganó tristemente ese adjetivo. Su juventud y el
desconocimiento general de esa enfermedad hicieron que el miedo
conviviera con ella cada día. Pero las buenas noticias no tardaron mucho
en llegar. Tras seis meses de diálisis, un regalo le llegó bajo
la forma de un nuevo riñón, convirtiéndose así, en 1980, en la primera
trasplantada de Andalucía.
No tuvo una adolescencia normal ni fácil. "Mientras mis amigas se iban de discotecas, yo me tenía que ir a diálisis",
recuerda. Pero el hecho de estar enferma no le impidió descubrir el
amor junto al que hoy es su marido, José Barroso. "Era diferente en los
pueblos y era difícil la relación con todo lo que conlleva una
enfermedad", rememora hoy. Pero su marido, por suerte, no tuvo problemas
para afrontarlo.
Con una vida ya normalizada en cuanto a la salud, Loli quiso ir más allá. "Los médicos me decían que no me quedara embarazada pero me quedé",
apostilla. Esta gestación se salía totalmente de lo planeado por los
facultativos. Era la primera vez que una trasplantada de riñón iba a
llevar hacia adelante un embarazo. "Me dijeron que iba a ser el conejillo de indias para las mujeres que vinieran detrás", explica.
Aunque le advirtieron de los peligros que conllevaba, Loli reconoce que "todos los médicos me apoyaron mucho". Fueron meses de alto riesgo para ella y sobre todo para su bebé, por los efectos que podía tener en éste la medicación para el riñón de Loli. Pero en febrero de 1984 nació su niña llamada Rocío, en honor a la nefróloga que las ayudó a sobrevivir. Reconoce que se sintió muy sola durante el embarazo ya que "mi caso era único en Andalucía". Ahora son otras chicas más jóvenes las que acuden a ella en busca de la tranquilizadora voz de la experiencia.
28 años después y con un segundo trasplante de riñón a sus espaldas, aún no cree que haya asistido a la boda de su hija. Uno de los momentos de mayor emoción del enlace lo protagonizó el doctor José Pérez Bernal, excoordinador de trasplantes del Hospital Virgen del Rocío, al leer una carta dirigida a los futuros hijos de Rocío y su ya marido Agustín.
Los definió como "hijos de la solidaridad". "Todos lloraron en la
iglesia. Muchos conocían la historia de mi madre, pero no con tanto
detalle como lo contó", explica Rocío. Para Loli, Pérez Bernal es su
"ángel de la guarda". Ha sido tan importante en su vida, como en la de
muchos trasplantados y donantes, que en septiembre se inaugurará una
calle con su nombre y otra bajo el título Donante de órganos.
Tanto
madre como hija no pierden la oportunidad de agradecer a esos dos
donantes la salvación, no de una vida, sino de muchas que vienen
después. "No sólo me salvaron a mí, por ellos también está mi hija y, en un futuro, mis nietos",
expresa emocionada. Es en ellos en los que piensa ahora mientras
presume de "buena calidad de vida". Un milagro que sólo podía imaginar y
que ahora ya es una realidad.
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