Son muchas las personas que nos preguntan en las redes sociales si sufriendo cáncer de páncreas te pueden trasplatar este órgano para evitar la muerte. El cáncer de pánreas es rápido y muy duro, pero hasta ahora en España se nos trasplanta de páncreas a los diabéticos.
Por avanzar un poco y aclarar dudas os copio este capítulo de la guía que se editó en el Hospital La Fe de Valencia.
La supervivencia del paciente tras la operación es cercana al 100%, la del páncreas trasplantado del 90% y los pacientes dejan de ponerse insulina en el 83% de los casos.
El TP es el único procedimiento que ha demostrado hoy día que controla el metabolismo de los hidratos de carbono y de las grasas, lo que conlleva una mejoría en la calidad de vida de los pacientes que se independizan de los tratamientos de insulina.
Actualmente se habla de tres modalidades de TP:
1. Trasplante combinado y simultáneo con el de riñón (TPR) en pacientes en diálisis con nefropatía por la diabetes; ésta es la indicación más clara y frecuente, como así ocurre en nuestro centro, suponiendo más del 85% de los TP.
2. Trasplante pancreático en pacientes con Trasplante renal previo funcionante, al menos durante tres años (TPdR); este supone el 10% de los trasplantes.
3. Trasplante aislado de páncreas (TPA), en pacientes sin nefropatía establecida, pero con diabetes de larga duración, de difícil control y frecuentes episodios de hipoglucemia; es la indicación más controvertida, suponiendo el 5% de las indicaciones de trasplante. De acuerdo con la American Diabetes Association (Asociación Americana de la diabetes) sólo se aceptan tres situaciones de indicación, que son:
a. Historia de complicaciones agudas frecuentes y severas (hipoglucemia, hiperglucemia, cetoacidosis).
b. Existencia de problemas clínicos y emocionales con la administración exógena de insulina que son tan severos que llegan a ser incapacitantes.
c. Fracaso en las diversas pautas terapéuticas basadas en administración de insulina para prevenir las complicaciones agudas.
No existe ninguna otra excepción, ya que con las terapéuticas habituales se controlan bien a estos enfermos.
En las dos primeras modalidades la única limitación para no considerar el TP es el riesgo quirúrgico. Sin embargo, este actualmente no es alto ya que, de hecho, en el registro de la UNOS (Registro Americano de trasplantes) la supervivencia de los receptores diabéticos de páncreas-riñón es superior a la de los receptores diabéticos de riñón solo (23 por 14 años). Por otro lado, es importante considerar que la normoglucemia alcanzada con el TP es capaz de estabilizar las lesiones de retinopatía o incluso de mejorarlas si no son muy avanzadas. Detener la progresión de la neuropatía y optimizar sensiblemente la función neurológica incluso en estados avanzados de deterioro neurológico; Así en la neuropatía autonómica, se ha detectado redución de la sintomatología, a pesar de los pocos cambios objetivos. Estudios preliminares notan mejoría en las funciones gástrica, rectal y vesical, así como rehabilitación en la respuesta vasomotora. Previenen el desarrollo de nefropatía en el injerto renal simultáneamente trasplantado. Además, algunas observaciones recientes han demostrado que las lesiones de nefropatía en riñones nativos del receptor pueden mejorar entre 5-10 años tras el TP. La macroangiopatía (lesiones de grandes vasos sanguíneos) es otra complicación bien conocida de la DM. Hasta el momento hay pocos datos de cómo puede afectar el TP a las lesiones vasculares asociadas a la DM.
Para alcanzar estos excelentes resultados dos han sido los factores que han influido decisivamente, por un lado los refinamientos en las técnicas quirúrgicas, y por otro las mejoras introducidas en las pautas de inmunosupresión (medicamentos que controlan el rechazo).
Beatriz González Villegas.
Hospital Regional Carlos Haya. Foto: Jean Pierre Fabre. |
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