Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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lunes, 30 de enero de 2012

En las consultas privadas hay "secretarias" que saben tanto como doctoras.

Un poco de risa salida de un correo de esos que llegan por medio de amigos nunca viene mal. Pero lo que cuenta esta "historia" sí que refleja lo que hoy mismo ocurre en muchas consultas privadas.

No hace mucho acudimos a una clínica de estas con mi suegra. Se trataba de hacerle unas pruebas. Ella tiene un seguro médico privado y toca lo que toca. 

Pasamos varios días de clínica en clínica porque de pronto se siente mal, y como en la privada no hay grandes hospitales donde te lo hagan todo, se van pasando servicios unas compañías a otras. Y el resultado es un mareo continuo para los pacientes: "estos... en tal sitio", "esto, en la clínica cual", y así todo.

Eso, si te acostumbras, no es para tanto. Pero lo que sí me llama la atención ultimamente es la actitud  de algunas trabajadoras de esos lugares. Su chulería. Preguntas en muchos mostradores y te saltan con más preguntas pasado un tiempo en el que te sientes invisible, mirando a la derecha, a la izquierda, por si hay alguien más guapo que iba antes, o buscándole los ojos para que la de detrás del mostrador se dé cuenta -por fin- de que estás allí, frente a su linda naricita maquillada. No es manía, pero casi. Como una, en sus mejores tiempos, aprendió aquello de "El Corte Inglés" de que el cliente siempre tiene la razón, espera el mismo trato. Es lo que tienen los uniformes con chaquetitas, que asocias. 

La cosa es que no, que en esos lugares el cliente, por muy enfermo que esté, últimamente parece que es lo que menos importa, y te tratan muchas veces con una altanería digna de chistes. No juzgo a los médicos, sino a sus asistentes, secretarias o llamelas como desee. Si a alguien que haga un trabajo similar en el SAS, en la pública, se le ocurre contestar de esta manera lloverían las quejas. Qué pena que aquí se valore sólo lo que te cueste la piel del escroto de tu propio bolsillo. La calidad asistencial comienza en el mostrador, y en el SAS la tenemos. 

Beatriz González Villegas.
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LAS SECRETARIAS DE LOS MÉDICOS SE CREEN ¨DOCTORAS¨.

Siempre te preguntan cuando llegas a la consulta del médico la razón de tu visita, y tienes que contestar delante de otros  y a veces, es muy desagradable.

 
No hay nada peor que una recepcionista que te pide que le digas qué te pasa en una sala de espera llena de pacientes.
Una vez entré a una consulta y  me acerqué a la recepcionista  - muy poco simpática - : 

- Buenos días, señorita!
La Recepcionista me dijo:
- Buenos días, señor, ¿por qué quiere ver al Doctor ?
- Tengo un problema con mi pene, contesté
 Como algunos se rieron, la recepcionista se irritó y me dijo:
- Usted no debería  decir cosas como esas delante de la gente.
- ¿Por qué no ? ... usted me preguntó qué me pasaba y se lo dije,
La Recepcionista-sonrojada- me dijo: 
- Podría haber sido más disimulado y decir por ejemplo que tenía irritado el oído y discutir el problema con el Doctor más tarde y en privado.
Y yo le contesté : 
- Y Ud. no debería hacer  preguntas delante de extraños, si la respuesta puede molestar. ”
Entonces, sonreí, salí y  volví a entrar : 
- Buenos días, señorita!
La recepcionista se sonrió socarronamente y preguntó: 
- ¿¿Sí??
 -“Tengo problemas con mi oído"
 La recepcionista asintió  y se sonrió, viendo que  había seguido su consejo y me volvió a preguntar :
 - Y… ¿qué le sucede a su oído, señor?”
 -"que me arde al mear”
Las risas en la sala de espera fueron de antología…
 



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