SÁBADO, 28 DE JUNIO DE 2014
Los titulares no saben de diabetes.
Haciendo un repaso a las noticias, y viendo algunos titulares, solo puedo llegar a una conclusión: los que hablan no son los que padecen. Así que ya es hora de que hablemos nosotros, los pacientes, los que tenemos diabetes; no nuestras madres, no nuestros médicos, no nuestros enfermeros. No. Nosotros.
Cuando escriben "Hay que tomarse muy en serio la diabetes y sus complicaciones para la visión", o "Diabetes y riñones: ¿Qué pasa cuando no te cuidas?" no voy a decir que parezcan tontos, no, pero está claro que saben de la misa la mitad. La diabetes es una enfermedad crónica, de las de para toda la vida, sin cura, y solo con tratamiento. Lleves como lleves la diabetes, pasados cuarenta años de sufrirla, que no te venga nadie con eso de "no te has tomado en serio tu enfermedad". Si alguna vez te pasa, suéltale a ése que si quiere tu plaza, que se quede tu problema.
porque lo de teorizar es fácil. Lo de vivirlo, no.
Por supuesto que si no nos cuidamos tendremos antes complicaciones; pero no por tener complicaciones somos unos hijos de la gran chingada, que nos pasamos la dieta por donde nos da la gana, que supongamos una carga para la sociedad tal que merezcamos pagar por cada tratamiento que nos den, como se empezó a hacer en el Reino Unido. Unido para fastidiar, claro. Aquí también sería adecuado lo anterior:
-Vale, yo pago. Si no puedo, embárgame la salud. Y tú te quedas con mi problema.
Porque, cuando les apliquen este tipo de medidas nazis a los abuelitos con diabetes tipo 2, estaría bien preguntarles a los que administrar la Sanidad dónde están los cursos de formación en diabetes para ellos.
En mi farmacia, me contaba esta semana Fina que les había llegado el hijo de un paciente bastante mayor al que le habían diagnosticado diabetes. El médico le dijo que se tenía que pinchar insulina. Así, de golpe, sin paños calientes. Y nadie les explicó cómo era eso de inyectarse. Ese hijo deseperado les pidió en el mismo mostrador de la farmacia que por favor le explicaran cómo se hacía. Tenía bolis de insulina, sí. Pero no agujas. Ni idea de cómo se manekaba aquello, cómo se ponía la aguja en el boli, cómo se cargaba, cómo se tenía que inyectar, dónde, de qué manera... Nada. Así que no se atrevan a decirnos eso de que si no nos cuidamos vamos de cabeza a diálisis, a una ERCA (enfermedad renal crónica avanzada) como les gusta a los nefrólogos llamar ahora a esto.
-Oigan, ustedes, los que mandan, dejen ya de tomarse cócteles a nuestra salud en hoteles rimbombantes, y preocúpense de educarnos a todos, tanto a los que padezcamos diabetes tipo 1, como a los tipo 2. Luego, si eso, ya hablamos de lo malos pacientes que somos, y lo mal "adheridos" que estamos a los tratamientos que ustedes nos imponen. Pero no antes.
Nuestros niños hoy son afortunados, si se les puede dedicar ese adjetivo. Lo digo porque hoy no les falta esa formación desde pequeñitos que a nosotros nos negaron. Y como la tienen, pueden ser autónomos y responsables desde casi un principio. Pero tendremos que seguir cambiando modelos, porque la diabetes es ahora mismo la segunda enfermedad crónica más común en la infancia.
En la Plataforma del Voluntariado de Los Alcores me comentaba el presidente que en el colegio Salesiano de Alcalá tenían unos seis niños con DM1. El año pasado llevaron a una de estas niñas de campamento, y la cría sufrió varias hipoglucemias que dejó a los profesores más asustados que ante otra bajada de sueldo. Y hablamos de los campamentos para nuestros niños, los que padecen diabetes, donde aprenden entre monitores que también padecen la enfermedad. Entre iguales todo es más fácil. Pero volvemos al coste. Esos campamentos donde aprenden a enfrentarse a los problemas cotidianos que nos regala la diabetes cuestan unos 300 €, y no entiendo cómo no son gratuitos. Porque, los niños que no se formen hoy, tendrán más posibilidades de hacer problemas graves antes mañana, o pasado mañana.
Por supuesto que si no nos cuidamos tendremos antes complicaciones; pero no por tener complicaciones somos unos hijos de la gran chingada, que nos pasamos la dieta por donde nos da la gana, que supongamos una carga para la sociedad tal que merezcamos pagar por cada tratamiento que nos den, como se empezó a hacer en el Reino Unido. Unido para fastidiar, claro. Aquí también sería adecuado lo anterior:
-Vale, yo pago. Si no puedo, embárgame la salud. Y tú te quedas con mi problema.
Porque, cuando les apliquen este tipo de medidas nazis a los abuelitos con diabetes tipo 2, estaría bien preguntarles a los que administrar la Sanidad dónde están los cursos de formación en diabetes para ellos.
En mi farmacia, me contaba esta semana Fina que les había llegado el hijo de un paciente bastante mayor al que le habían diagnosticado diabetes. El médico le dijo que se tenía que pinchar insulina. Así, de golpe, sin paños calientes. Y nadie les explicó cómo era eso de inyectarse. Ese hijo deseperado les pidió en el mismo mostrador de la farmacia que por favor le explicaran cómo se hacía. Tenía bolis de insulina, sí. Pero no agujas. Ni idea de cómo se manekaba aquello, cómo se ponía la aguja en el boli, cómo se cargaba, cómo se tenía que inyectar, dónde, de qué manera... Nada. Así que no se atrevan a decirnos eso de que si no nos cuidamos vamos de cabeza a diálisis, a una ERCA (enfermedad renal crónica avanzada) como les gusta a los nefrólogos llamar ahora a esto.
-Oigan, ustedes, los que mandan, dejen ya de tomarse cócteles a nuestra salud en hoteles rimbombantes, y preocúpense de educarnos a todos, tanto a los que padezcamos diabetes tipo 1, como a los tipo 2. Luego, si eso, ya hablamos de lo malos pacientes que somos, y lo mal "adheridos" que estamos a los tratamientos que ustedes nos imponen. Pero no antes.
Nuestros niños hoy son afortunados, si se les puede dedicar ese adjetivo. Lo digo porque hoy no les falta esa formación desde pequeñitos que a nosotros nos negaron. Y como la tienen, pueden ser autónomos y responsables desde casi un principio. Pero tendremos que seguir cambiando modelos, porque la diabetes es ahora mismo la segunda enfermedad crónica más común en la infancia.
En la Plataforma del Voluntariado de Los Alcores me comentaba el presidente que en el colegio Salesiano de Alcalá tenían unos seis niños con DM1. El año pasado llevaron a una de estas niñas de campamento, y la cría sufrió varias hipoglucemias que dejó a los profesores más asustados que ante otra bajada de sueldo. Y hablamos de los campamentos para nuestros niños, los que padecen diabetes, donde aprenden entre monitores que también padecen la enfermedad. Entre iguales todo es más fácil. Pero volvemos al coste. Esos campamentos donde aprenden a enfrentarse a los problemas cotidianos que nos regala la diabetes cuestan unos 300 €, y no entiendo cómo no son gratuitos. Porque, los niños que no se formen hoy, tendrán más posibilidades de hacer problemas graves antes mañana, o pasado mañana.
D. Julio, uno de los presidentes, con Ana Vannereau, delegada de nuestro ayuntamiento. Ella, al menos, sí que se pone en nuestro lugar, y nos escucha. |
-Oigan, los que mandan, sí, sí, otra vez. ¿No dicen que salimos caros? Pues empiecen invirtiendo, que nosotros no tenemos ni pizca de ganas de empeorar.
Por supuesto que nadie que tenga mano en el Sistema Nacional de Salud va a leer esto, pero no estaría mal que si estás dentro de esto de la diabetes seas tú, el que lee, quien lleve también estas exigencias a quien toque. A mí me ha tocado esta semana reunirme con parlamentarios para que tomen medidas en esto del vacío asistencial que estamos viviendo los trasplantados de páncreas que vivimos en áreas de gestión sanitaria sin Nefrología. He ido con fiebre, tos, dos úlceras en los pies, y esputos (no ex-putos). Sí alguien con una insuficiencia renal terminal con un tratamiento sustitutivo de trasplante pancreatorrenal en pleno rechazo puede, tú puedes. Porque todos podemos.
Beatriz González Villegas.
Alcalá de Guadaíra, 29 de junio de 2.014.
Por supuesto que nadie que tenga mano en el Sistema Nacional de Salud va a leer esto, pero no estaría mal que si estás dentro de esto de la diabetes seas tú, el que lee, quien lleve también estas exigencias a quien toque. A mí me ha tocado esta semana reunirme con parlamentarios para que tomen medidas en esto del vacío asistencial que estamos viviendo los trasplantados de páncreas que vivimos en áreas de gestión sanitaria sin Nefrología. He ido con fiebre, tos, dos úlceras en los pies, y esputos (no ex-putos). Sí alguien con una insuficiencia renal terminal con un tratamiento sustitutivo de trasplante pancreatorrenal en pleno rechazo puede, tú puedes. Porque todos podemos.
Beatriz González Villegas.
Alcalá de Guadaíra, 29 de junio de 2.014.
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