Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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sábado, 26 de noviembre de 2011

Corazón artificial.

Un hombre de setenta años recibe un trasplante de corazón y la vida, una vez más, supera a la literatura. Lo hemos visto en alguna película de título esquivo, alguien que recibe el corazón de un donante anónimo, seguramente mucho más joven. El protagonista -creo que era Clint Eastwood- comienza a percibir nuevas sensaciones y también nuevos recuerdos, ligados a ese joven corazón que ahora le bombea con una nueva fuerza sobre el pecho. Pues acaba de ocurrir y no es una película, sino el enésimo logro del equipo cardiovascular del Hospital Reina Sofía; aunque, en este caso, el trasplante ha sido de un corazón artificial. El paciente sufría una insuficiencia cardiaca terminal. Ahora sabemos que no es el primero que se realiza en Córdoba, pero sí el primero que se lleva a cabo con una voluntad de permanencia. No es, entonces, una transición a la espera de la llegada de otro órgano, sino una intervención definitiva.

El doctor Ignacio Muñoz, jefe de Cirugía Cardiovascular del Reina Sofía, asegura que "se ha demostrado que mejora la calidad de vida y también ayuda a prevenir la mortalidad por insuficiencia cardiaca y ofrece una nueva posibilidad de supervivencia a personas que no pueden optar a un trasplante". En fin, que es una nueva puerta abierta a la conciencia diaria en la que lo fantástico se alía con la medicina. De pronto palabras como cyborg pueden parecernos más probables: porque, si un órgano como el corazón, nada menos que el corazón, puede reemplazarse por otro artificial, por un artefacto que funciona y se incrusta en la caja torácica, y respira, hace circular la sangre y se expansiona, gana aliento en el pecho, es que todo el cuerpo también podrá sustituirse, no sabemos bien cuándo, por otro nuevo cuerpo recién hecho. Cuando se trata de mejorar la vida o de aspirar a mantenerla, la ética se adapta sobre la marcha a cualquier situación. Tras todos esos cambios futuros, ¿seguiremos siendo los mismos?

El corazón artificial, el Berlin Heart Incor, es una bomba de flujo axial que se acciona de forma electromagnética, impulsando la sangre desde el ventrículo izquierdo hasta la aorta a una velocidad de entre 5.000 y 15.000 revoluciones por minuto, con hasta siete litros de flujo continuo, con una autonomía de las baterías de unas 12 horas que luego se recargan mientras duermes. Sobre el anterior primer paciente andaluz en someterse a esta intervención, cuenta el doctor Muñoz que "lleva una vida normal, va al gimnasio y sale a pasear al jardín". Lentamente, pero también más deprisa de lo que pudiera parecernos, la ciencia-ficción entra a formar parte habitual de nuestras vidas. Un hombre de setenta años lleva un corazón con baterías y la película se hace realidad en Córdoba. Ante tanta desolación apocalíptica, es la mejor noticia posible para un viernes.





http://www.eldiadecordoba.es/article/opinion/1123204/corazon/artificial.html

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