03.10.2010
Cuando le quedaba solo un mes de vida apareció un donante de Bilbao// Pasó de no poder lavarse la cara a caminar 20 km al día.
"Un corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, pero que se regala", decía el célebre novelista Gustave Flaubert. Esta frase podría resumir la vida de Raúl Cancela Lamas, que pese a tener ya 76 años acaba de cumplir solo 16. Son los poco más de tres lustros que asegura que vive "de regalo", ya que fue el 30 de septiembre de 1994 cuando le trasplantaron el corazón. Los médicos le daban, como mucho, un mes de vida, ya que su "motor" sólo funcionaba a un 16% de su capacidad.
CUMPLEAÑOS Raúl Cancela con su perrita ‘Lula’ y el regalo de su familia, una planta con un corazón
FOTO: Antonio Hernández
FOTO: Antonio Hernández
Nunca
fumó y siempre intentó llevar una vida sana. Sin embargo, este vecino
de Compostela vio cómo su vida se trastocó cuando traspasaba la frontera
de los cuarenta años. "Estaba trabajando en Suiza, donde llevaba ya
veinte años de cocinero, cuando comencé a sentirme cansado".
A
los 42 años fue operado del corazón al padecer una cardiopatía
isquémica. En 1977 y 1978 le tuvieron que poner sendos by pass. Nueve
años después, otros dos.
Ya en Santiago, en 1994 los médicos le
dijeron que la única posibilidad de sobrevivir era un trasplante. El uno
de septiembre de ese año los cardiólogos le dijeron a su familia que le
quedaba un mes de vida. "En la noche del 29 recibí una llamada, me iban
a operar", recuerda emocionado.
Su vida dio un vuelco. No solo
sobrevivió, sino que su filosofía vital cambió. "Valoro cada minuto. Soy
más abierto y desinteresado". Y es que pasó de no poder ni lavarse la
cara a caminar veinte kilómetros al día.
Aunque la artritis le
impide hacer ya esos maratones, cada 30 de septiembre va a la Catedral a
poner una vela y rezar por el donante de Bilbao, al que no olvida.
Incluso intentó buscar a su familia, aunque desistió al comprender que
"a mí me dieron la vida, pero ellos perdieron a un ser querido".
Junto a su mujer Adelaida, su hija Carmen, su yerno Marcelino, su nieto Pablo y la mascota de la casa, Lula,
celebró este 30 de septiembre un nuevo cumpleaños, donde nunca faltan
la tarta y un regalo "alusivo al trasplante, un corazón o algo rojo",
aunque asegura que cuando sopla las velas "mi deseo es que todos donen
sus órganos, que regalen vida".
mmera@elcorreogallego.es
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