"actualmente se está por el 10% de estos trasplantes; lo ideal sería llegar al 20-30%", dice el doctor grinyó
n. lauzirika.- Lunes, 12 de Septiembre de 2011 -
bilbao.
En el campo de los trasplantes de riñón los avances terapéuticos -tanto en técnicas como en medicamentos- no son más que una parte de la intervención global, porque en aras a una mayor mejora de la función renal, los más idóneos son los trasplantes de donante vivo y si estos en la actualidad son un 10%, los expertos, como Josep Grinyó, consideran que el porcentaje idóneo sería conseguir que entre un 20 y un 30% de todos los injertos de riñones fueran de donante vivo.
El año pasado se cerró con 240 trasplantes de vivo, que suponen casi un once por ciento del total de intervenciones renales, una cifra aún baja con respecto a países con mayor tradición en donación en vida, como Australia (40%).
En la actualidad, entre el 15 y el 20% de los pacientes en diálisis se encuentran en lista de espera, durante un periodo que se prolonga entre 20 y 22 meses de media. "En pacientes jóvenes, el trasplante de donante vivo se convierte en la única solución posible para reducir ese tiempo de espera. Conseguir haya más donante vivo es una cuestión de cultura, de solidaridad".
A pesar de que el paciente debe de tomar de por vida terapia inmunosupresora para facilitar que el órgano trasplantado, "el trasplante es la opción del tratamiento preferente para la enfermedad renal en la fase final porque ofrece mejor supervivencia y calidad de vida que la diálisis", apunta el especialista.
Sin embargo, el resultado a largo plazo en trasplante de riñón se ve limitado por el fallo renal tardío y por la muerte del paciente con un injerto funcionante, debido en parte a los efectos adversos asociados a los agentes inmunosupresores usados en la actualidad.
"Al actuar de forma selectiva sobre los linfocitos T, el mecanismo de acción único de 'belatacept' evita las toxicidades asociadas a los inmunosupresores no selectivos, lo que conlleva ventajas potenciales a largo plazo para el paciente", subraya.
Actualmente la dolencia cardiovascular es la principal causa de muerte en pacientes con riñón trasplantado funcional. "Por ello es necesario reducir las toxicidades cardiovasculares y metabólicas para rebajar el riesgo de fallecimiento del paciente con injerto funcionante", añade Grinyó, quien ve esperanzado la llegada de nuevas moléculas que, según los últimos estudios presentados, atenúan citados riesgos.
http://www.deia.com/2011/09/12/sociedad/euskadi/los-expertos-abogan-por-potenciar-el-injerto-renal-de-donante-vivo
En el campo de los trasplantes de riñón los avances terapéuticos -tanto en técnicas como en medicamentos- no son más que una parte de la intervención global, porque en aras a una mayor mejora de la función renal, los más idóneos son los trasplantes de donante vivo y si estos en la actualidad son un 10%, los expertos, como Josep Grinyó, consideran que el porcentaje idóneo sería conseguir que entre un 20 y un 30% de todos los injertos de riñones fueran de donante vivo.
El año pasado se cerró con 240 trasplantes de vivo, que suponen casi un once por ciento del total de intervenciones renales, una cifra aún baja con respecto a países con mayor tradición en donación en vida, como Australia (40%).
En la actualidad, entre el 15 y el 20% de los pacientes en diálisis se encuentran en lista de espera, durante un periodo que se prolonga entre 20 y 22 meses de media. "En pacientes jóvenes, el trasplante de donante vivo se convierte en la única solución posible para reducir ese tiempo de espera. Conseguir haya más donante vivo es una cuestión de cultura, de solidaridad".
A pesar de que el paciente debe de tomar de por vida terapia inmunosupresora para facilitar que el órgano trasplantado, "el trasplante es la opción del tratamiento preferente para la enfermedad renal en la fase final porque ofrece mejor supervivencia y calidad de vida que la diálisis", apunta el especialista.
Sin embargo, el resultado a largo plazo en trasplante de riñón se ve limitado por el fallo renal tardío y por la muerte del paciente con un injerto funcionante, debido en parte a los efectos adversos asociados a los agentes inmunosupresores usados en la actualidad.
"Al actuar de forma selectiva sobre los linfocitos T, el mecanismo de acción único de 'belatacept' evita las toxicidades asociadas a los inmunosupresores no selectivos, lo que conlleva ventajas potenciales a largo plazo para el paciente", subraya.
Actualmente la dolencia cardiovascular es la principal causa de muerte en pacientes con riñón trasplantado funcional. "Por ello es necesario reducir las toxicidades cardiovasculares y metabólicas para rebajar el riesgo de fallecimiento del paciente con injerto funcionante", añade Grinyó, quien ve esperanzado la llegada de nuevas moléculas que, según los últimos estudios presentados, atenúan citados riesgos.
http://www.deia.com/2011/09/12/sociedad/euskadi/los-expertos-abogan-por-potenciar-el-injerto-renal-de-donante-vivo
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