- Sociedad Española de Hipertensión
- Publican nueva guía informativa sobre hipertensión arterial
- Esta enfermedad, además de preocupar, sigue rodeada de mitos y falsas creencias que, en muchas ocasiones, impiden que pueda manejarse adecuadamente.
La Sociedad Española de Hipertensión-Liga española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) editó una guía con el objetivo de aclarar conceptos y ayudar a los pacientes en el día a día.
Nieves Martell, presidenta de la SEH-LELHA, explicó que este trabajo pretende desterrar los errores que conllevan hábitos de vida inadecuados y comprometen el control y el tratamiento de la enfermedad.
Martell, indicó que el principal problema en el manejo de la hipertensión es que el paciente incumple la terapia. Se ha detectado que los enfermos comenten muchas equivocaciones y siguen teniendo conceptos poco claros, y se decidió hacer un documento de ayuda.
La guía, disponible al completo en la web www.clubdelhipertenso.es aclara los mitos más comunes sobre la hipertensión:
Lo importante es la mínima: antes se pensaba que la tensión diastólica era la única que exigía un control, pero hace años que se comprobó que también es fundamental mantener a raya la tensión sistólica -la alta-.
“Tengo la tensión descompensada”: suele utilizarse esta frase cuando -tras una medición- se observa que la presión máxima y mínima tienen valores muy cercanos. Sin embargo, desde el punto de vista médico esto no tiene ninguna importancia. Lo fundamental es que tanto la presión sistólica como la diastólica estén dentro de los límites normales: 140/90 mmHg. No tiene relevancia la diferencia que haya entre ellas.
“Sólo tengo tensión alta cuando voy al médico”: es lo que se denomina ‘hipertensión de la bata blanca’. Debido a los nervios, algunas personas experimentan estas elevaciones temporales cuando se encuentran en la consulta del especialista. Controlarse la tensión también en casa es útil en estos casos. Cuando en estos registros advierta presiones superiores a 135/85 mmHG hay que consultar al médico, advierte la SEH-LELHA.
“Cada vez que me tomo la tensión, cambia”: las variaciones de tensión a lo largo del día son normales. Generalmente, la toma de presión arterial provoca una reacción de alerta que tiende a elevar las cifras. Eso disminuye si se repite la toma, por lo que se recomienda realizar más de una medición y descartar la primera.
“Me duele la cabeza, así que tengo la tensión alta”: es una de las falsas creencias más extendidas. En realidad, la hipertensión no produce síntomas en la mayoría de los casos y los dolores de cabeza pueden deberse a numerosas causas. Por ello, la Sociedad Española de Hipertensión recuerda que la única manera de saber si tiene la presión alta es midiéndosela.
“Soy de tensión alta”: cuando una persona hipertensa sin tratar comienza su terapia a menudo se siente cansada y con falta de vitalidad. Eso les lleva a creer que las pastillas le sientan mal y que, en realidad, su organismo necesita mantener una tensión más alta que la media. Es falso. La sensación de decaimiento desaparecerá a los pocos días y -además- los efectos de la medicación permitirán evitar complicaciones.
“Si estoy bien, no tengo que seguir con el tratamiento”: la hipertensión arterial es una enfermedad crónica en la gran mayoría de los casos. Si ha conseguido mantener a raya la tensión es por la medicación, por lo que, si deja de tomarlo, la tensión volverá a subir. Del mismo modo, disminuir la dosis por su cuenta también es peligrosísimo.
“Se me acabaron las pastillas y he esperado a ver al médico para comprar más”: el tratamiento debe ser continuado y nunca se debe dejar de tomarlo salvo que el médico lo indique.
“Como tomo pastillas, puedo tomar toda la sal que quiera”: la dieta baja en sal es aconsejable incluso en las personas que no tienen problemas con la presión arterial. Por otro lado, la medicación es más efectiva si se toma poca sal.
“No puedo tomar café”: no está demostrado que el consumo habitual de café provoque hipertensión. Las recomendaciones -de hecho- aclaran que los pacientes pueden tomar de una a tres tazas de café al día. Tampoco es cierto que el consumo de agua eleve la tensión. En cambio, sí es fundamental para mantener una adecuada hidratación.
“No puedo tomar picante”: tampoco tiene ningún fundamento la afirmación que asocia comida picante con tensión más alta. Más bien es al contrario, ya que algunos estudios han señalado que cantidades moderadas podrían ser beneficiosas por su efecto relajante en los vasos sanguíneos.
Martell recalcó que cumplir o no el tratamiento marca la diferencia. Supone un gran cambio en cuanto a riesgo cardiovascular y, también respecto a la economía, porque una medicación no controlada es un seguro de que el paciente va a tener que ser atendido por un evento agudo, con el costo que eso supone, en todos los sentidos.
Junto a esta guía, la SEH-LELHA también ha editado un documento que contiene consejos prácticos para realizar ejercicio físico entre los pacientes hipertensos.
Bitácora Médica
[Fuente: elmundo.es]
Martell, indicó que el principal problema en el manejo de la hipertensión es que el paciente incumple la terapia. Se ha detectado que los enfermos comenten muchas equivocaciones y siguen teniendo conceptos poco claros, y se decidió hacer un documento de ayuda.
La guía, disponible al completo en la web www.clubdelhipertenso.es aclara los mitos más comunes sobre la hipertensión:
Lo importante es la mínima: antes se pensaba que la tensión diastólica era la única que exigía un control, pero hace años que se comprobó que también es fundamental mantener a raya la tensión sistólica -la alta-.
“Tengo la tensión descompensada”: suele utilizarse esta frase cuando -tras una medición- se observa que la presión máxima y mínima tienen valores muy cercanos. Sin embargo, desde el punto de vista médico esto no tiene ninguna importancia. Lo fundamental es que tanto la presión sistólica como la diastólica estén dentro de los límites normales: 140/90 mmHg. No tiene relevancia la diferencia que haya entre ellas.
“Sólo tengo tensión alta cuando voy al médico”: es lo que se denomina ‘hipertensión de la bata blanca’. Debido a los nervios, algunas personas experimentan estas elevaciones temporales cuando se encuentran en la consulta del especialista. Controlarse la tensión también en casa es útil en estos casos. Cuando en estos registros advierta presiones superiores a 135/85 mmHG hay que consultar al médico, advierte la SEH-LELHA.
“Cada vez que me tomo la tensión, cambia”: las variaciones de tensión a lo largo del día son normales. Generalmente, la toma de presión arterial provoca una reacción de alerta que tiende a elevar las cifras. Eso disminuye si se repite la toma, por lo que se recomienda realizar más de una medición y descartar la primera.
“Me duele la cabeza, así que tengo la tensión alta”: es una de las falsas creencias más extendidas. En realidad, la hipertensión no produce síntomas en la mayoría de los casos y los dolores de cabeza pueden deberse a numerosas causas. Por ello, la Sociedad Española de Hipertensión recuerda que la única manera de saber si tiene la presión alta es midiéndosela.
“Soy de tensión alta”: cuando una persona hipertensa sin tratar comienza su terapia a menudo se siente cansada y con falta de vitalidad. Eso les lleva a creer que las pastillas le sientan mal y que, en realidad, su organismo necesita mantener una tensión más alta que la media. Es falso. La sensación de decaimiento desaparecerá a los pocos días y -además- los efectos de la medicación permitirán evitar complicaciones.
“Si estoy bien, no tengo que seguir con el tratamiento”: la hipertensión arterial es una enfermedad crónica en la gran mayoría de los casos. Si ha conseguido mantener a raya la tensión es por la medicación, por lo que, si deja de tomarlo, la tensión volverá a subir. Del mismo modo, disminuir la dosis por su cuenta también es peligrosísimo.
“Se me acabaron las pastillas y he esperado a ver al médico para comprar más”: el tratamiento debe ser continuado y nunca se debe dejar de tomarlo salvo que el médico lo indique.
“Como tomo pastillas, puedo tomar toda la sal que quiera”: la dieta baja en sal es aconsejable incluso en las personas que no tienen problemas con la presión arterial. Por otro lado, la medicación es más efectiva si se toma poca sal.
“No puedo tomar café”: no está demostrado que el consumo habitual de café provoque hipertensión. Las recomendaciones -de hecho- aclaran que los pacientes pueden tomar de una a tres tazas de café al día. Tampoco es cierto que el consumo de agua eleve la tensión. En cambio, sí es fundamental para mantener una adecuada hidratación.
“No puedo tomar picante”: tampoco tiene ningún fundamento la afirmación que asocia comida picante con tensión más alta. Más bien es al contrario, ya que algunos estudios han señalado que cantidades moderadas podrían ser beneficiosas por su efecto relajante en los vasos sanguíneos.
Martell recalcó que cumplir o no el tratamiento marca la diferencia. Supone un gran cambio en cuanto a riesgo cardiovascular y, también respecto a la economía, porque una medicación no controlada es un seguro de que el paciente va a tener que ser atendido por un evento agudo, con el costo que eso supone, en todos los sentidos.
Junto a esta guía, la SEH-LELHA también ha editado un documento que contiene consejos prácticos para realizar ejercicio físico entre los pacientes hipertensos.
Bitácora Médica
[Fuente: elmundo.es]
http://www.bitacoramedica.com/?p=15743
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