Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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lunes, 19 de noviembre de 2012

El primer trasplante de órganos humanos

personas, casos y cosas de ayer y de hoy
  
Domingo 18 de noviembre de 2012

FEDERICO MARTINÓN SÁNCHEZ  

Cualquier trabajo, por sencillo que sea, requiere un acopio bibliográfico sobre el que sustentarse y que, honradamente, debe ser citado. Además, sirve de fuente para aquellos que quieran saber más y ampliar sus conocimientos sobre el tema. Es mi intención dedicar alguno de mis artículos dominicales en Faro de Vigo a los santos, como auxiliadores en las enfermedades y patrones protectores de los médicos. Por ello, antes de nada, quiero mencionar alguna obra hagiográfica básica. Una de ellas es la colección de vidas de santos que conocemos por el nombre de La Leyenda Dorada (Madrid: Alianza Editorial; 2008), casi en su totalidad obra del dominico italiano Santiago de la Vorágine (nombre españolizado del beato Jacopo da Varazze o Jacopo della Voragine -Varazze, 1230-Génova, 1298-). Se trata de un libro de intención edificante, florilegio, guía de representación iconográfica y calendario. Asimismo, constituye una antología de etimologías, fábulas milagrosas, curiosidades históricas y anécdotas pías. La obra es un claro ejemplo de literatura cristiana que, muy lejos del discurso teológico, incorpora narraciones vinculadas con el alma popular, partiendo de la historia y la leyenda. En el siglo XVIII se impuso el Año cristiano del padre jesuita Jean Croisset (Marsella, 1656-1738), traducido al castellano por el padre José Francisco de Isla y publicada en 1706 con grandes obstáculos y reticencias. Es una obra espléndida de gran difusión -se publicaron ininterrumpidamente multitud de traducciones, adaptaciones y ediciones-, al tiempo que de capital importancia para el tema que nos ocupa, si bien se rige por el santoral tradicional y no incluye las canonizaciones posteriores a su publicación. Varias de sus ediciones son una joya bibliográfica por su escasez en el mercado. Obra similar española fue la de Joaquín Lorenzo Villanueva, Año cristiano de España, en 19 volúmenes (Madrid, 1791-1803). Después aparecieron el Año cristiano del padre Justo Pérez de Urbel y el Año cristiano de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), todas ellas obras básicas para interpretar la historia y la iconografía de los santos. En lo que se refiere a la descripción de las imágenes de los santos, es obligado considerar la voluminosa obra, en seis tomos, de Louis Reau, Iconografia del arte cristiano (Barcelona: Ed. del Serbal; 1998-2002).
En la vida espiritual de los católicos, es una práctica transcendental la veneración de los santos, a los que se les asigna el papel de intermediarios extraordinarios en la inmediata cercanía del Señor, ya desde los primeros tiempos del cristianismo. El papel intercesor de los santos se expresa de forma extraordinaria en su influencia como patrones protectores y auxiliadores en las enfermedades. En este campo concreto, conozco la obra anónima Santos Sanadores (Barcelona: Ciba; 1948) y las aportaciones de don Miguel Ángel González: Enfermedades de aquí y médicos del más allá, sobresaliente discurso en la Sesión Académica de Final de Curso de la Escuela Universitaria de Enfermería de Ourense; y Un parto difícil en Nigueiroá en 1747, -trabajo que tuvo la delicadeza de dedicarme- que expresa cómo ante el gran peligro de muerte de la señora del médico durante el parto, su marido recurre a San Ramón Nonato, consiguiendo un final feliz para madre y recién nacido.
En el caso de los médicos, los patrones titulares eran ante todo santos que ejercieron la medicina, lo que puede aplicarse a quien fue su primer protector y el más cimero, el evangelista San Lucas, procedente de Antioquía, donde ejerció la profesión médica con gran saber. Con frecuencia aparece representado en los cuadros llevando traje de médico y sosteniendo en las manos el orinal y la espátula, o insinuando de diferentes formas sus funciones curativas. Datos más precisos se tienen de la actuación médica de los santos Cosme y Damián, médicos, mártires y patrones de los médicos, cirujanos, farmacéuticos, dentistas, barberos, ortopédicos, drogueros, merceros, reposteros y trabajadores de los balnearios. Según la tradición, habían nacido a mediados del siglo III en Egea (una ciudad de Cilicia, costa de la bahía de Alejandreta -Asia Menor, actual Turquía-), en el seno de una familia cristiana, eran gemelos y tenían otros tres hermanos. Su madre, Teodora -regalo de Dios- los envió a Siria para estudiar Medicina, que después ejercieron en su ciudad natal con abnegación, habilidad y sin cobrar a los enfermos, motivo por el que se les denominó "anárgiros" -palabra griega que significa enemigos del dinero-. Por no querer abjurar de su fe cristiana, los dos hermanos fueron encarcelados, torturados y quemados vivos por Lisias, el gobernador de Cilicia, con el beneplácito del emperador Diocleciano; pero, como aún así sobrevivieron, recurrieron a decapitarlos mediante espada, en el año 303, junto con sus otros tres hermanos -la espada, en la actualidad, se conserva y venera en la catedral de Essen (Alemania) y figura en el escudo de la ciudad desde 1473-. Sus cuerpos fueron sepultados en Cirrhus (Ciro, Siria), ciudad que se convirtió en el lugar principal de su culto y donde se erigió una basílica. Posteriormente, su culto pasó a Roma y, progresivamente, se extendió a toda la Iglesia, de modo que, en todo el mundo cristiano, numerosas iglesias, capillas y otras instituciones religiosas están dedicadas a estos santos. También en Galicia hay numerosas testimonios de la devoción y el culto a estos santos, entre los que citaremos dos ejemplos. Uno, es la romería de San Cosme da Montaña, que se celebra en el santuario cercano al alto de A Xesta, en Galgao, Lugo. Allí "Cosme cura, con una sonrisa [?] Cura porque está en el secreto de las más complejas relaciones que haya entre alma y cuerpo?" (Cunqueiro A. De santos y milagros. Madrid: Galaxia; 2012). Otro, es la capilla de San Cosme y San Damián de Ourense -actualmente recinto del belén de Baltar-, en la que aparecen los santos médicos sedentes en su fachada; pero, asimismo, en su desaparecido altar barroco figuraban sus imágenes, hoy conservadas y ubicadas en hornacinas del retablo mayor de la iglesia de la Trinidad de nuestra ciudad (González MA. El retablo desaparecido de la capilla de San Cosme de Orense: Trazas y Contrato. 1690. Notas de Patrimonio Auriense, 2012: 35).

Son diversos y repetidos los milagros y curaciones prodigiosas obradas por estos mártires durante su vida y después de su muerte, entre los que son muy conocidos el de la serpiente, el del endemoniado y el milagro de la pierna negra. Este último consistió en el empleo del miembro inferior de un etíope negro, enterrado pocas horas antes en el cementerio de San Pietro de Vicoli, para sustituir la pierna gangrenada de Justiniano, sacristán de la Gran Basílica Feliciana. Para ello, cuando el sacristán estaba dormido, aparecieron Cosme y Damián con instrumentos de metal e hicieron el trasplante. Al despertar el sacristán "tomó una vela y al ver su pierna pensó primero que era otra persona [?] entonces fueron todos a la tumba del negro encontrando su cuerpo con la pierna cortada y la del sacristán ocupando su lugar". El papa San Félix IV (526-530) dedicaría la citada basílica a estos dos santos hermanos, a la vez que los nombraría santos patrones de los médicos. La operación, realizada hace 1800 años, sería el primer caso de trasplante de órganos entre dos seres humanos, con la particularidad sorprendente de que, según la tradición y la leyenda, no se produjo rechazo. La proeza milagrosa expresa la importancia del doble escenario actual: el trasplante de órganos como opción terapéutica y el concepto de donación para que pueda tener lugar dicho trasplante.

Las representaciones artísticas e iconográficas de los santos médicos fueron muy numerosas, sobre todo en Italia, durante los siglos XV y XVI, comenzando por Florencia bajo los Médicis, que durante su gobierno eligieron a estos hermanos como Santos Patrones. En las esculturas y cuadros aparecen comúnmente como hombres jóvenes, sin barba, ataviados con un traje guarnecido de piel y gorros rojos. Suelen llevar en sus manos un recipiente de medicina, un orinal de vidrio, un mortero o una espátula y, ocasionalmente, la vara de Esculapio. En la Iglesia de San Marcos de Florencia se expone un cuadro de Fray Angélico con la primera representación del "milagro de la pierna", que luego sería motivo de otros muchos como Francesco di Stefano, Sano di Pietro, Girolamo de Cremona y Giovanni Battista. Desde Florencia el tema se exportó a toda Europa. Así, en la Osterriechische Galerie de Viena, se conserva un magnifico tríptico, anónimo del siglo XV, con una variante técnica, ya que solamente reemplazan el muslo, es lo que llamamos un transplante homplástico intercalar. En el siglo XVII queremos citar a Ambrosius Franken el Viejo, cuya tabla sobre el milagro, se conserva en el Museé Royal de Beaux Arts de Antwerpen (Bélgica) y fue estudiada, entre nosotros, por Jordi Vigué (La medicina en la pintura. Barcelona: Ars Médica; 2008). También en España, se han ejecutado importantes representaciones del prodigioso milagro, como son: el cuadro del maestro de los Balbeses -Andrés Sánchez Ocaña, 1484-1503-, hoy en el Wellcome Instituto de Londres; la obra de Pedro Berruguete (1450-1503), conservada en la Colegiata de Covarrubias; o la pintura de Fernando del Rincón (finales del s XV), en el Museo del Prado, en el que, además del donante, aparecen dos particularidades. Una, que el paciente esté profundamente dormido y la otra, que se incluya un segundo milagro, reflejado a la derecha del óleo, donde aparece un hombre que expulsa una serpiente que había tragado mientras dormía, gracias a la intercesión de los santos. A estas, entre otras muchas e importantes imágenes, hay que sumar el relieve, en madera policromada, de Isidro de Villoldo (hacia 1547), recogido en el Mueso Nacional de Escultura de Valladolid, en el que el donante está vivo, lo que convierte el portentoso milagro en un abominable y criminal acto racista. Y el tema no se ha agotado, ni mucho menos. Lo continuaremos en otros artículos.





http://www.farodevigo.es/portada-ourense/2012/11/18/primer-trasplante-organos-humanos/713466.html

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