Que no. Que no se cura la diabetes. Que hay tratamientos. Cada vez mejores, sí, pero nada de mágicos. Cada vez más caros, claro. Porque cada día somos más y más los que padecemos esta enfermedad incurable, silenciosa, sí, pero incurable, de la que muchos se enteran de lo grave que es cuando ya están "pal arrastre", y venderían hasta a su madre por librarse.
Si pones la palabra Cura en el buscador de tu ordenador seguro que antes o después aparecen casos donde la religión o la magia aparezcan. Soy católica. Lo de practicante... En mi pueblo llamaban practicante al que hacía de enfermero, y venía a casa a ponerle las inyecciones a mi abuela. No soy practicante. Al menos de esos. Pero como católica, y hablando de diabetes, te invito que eches un vistazo al caso de Lázaro.
Jesús curaba. Vale. Curó a un ciego... a dos, a tres; Curó a muchos. En aquellos tiempos, para que hablasen tanto de ti no había que ser putero, ni hijo de cantante. Era mejor hacer milagros. Imagino que Jesús se hartó de hacer milagros, tanto como para tocarle las narices a los que mandaba, y que acabasen con su vida. Pero volvamos a Lázaro.
¿Jesús curó a Lázaro? Muchos diréis que sí. Estaba muerto, no estaba de parranda. La había "espichao". Pero para mí aquello no fue una cura. Fue un milagro.
- Sí, sí. Ahora mandadme a la Inquisición por hereje.
La diabetes es como la muerte. No tiene cura. Solo tratamiento. Para que te curen de algo tienen que quitarte ese algo. Si soy ciego y me quitan la ceguera, saltaría con un "¡coño, me he curao!", pero hoy nada me "quita" la diabetes. Ni a mí, ni a ti. Te la tratan.
Una reducción de estómago no te cura de esta enfermedad. Una bomba de insulina, tampoco. Ni siquiera una bomba con un sensor que te lo metan en un huevo, y que a la vez de medirte, de suministre insulina, y te transforme en normoglucémico es una cura. Tampoco lo de un trasplante. Y mira que hay por ahí nefrólogos vendiéndoles la moto a compañeros trasplantados de páncreas sobre que el trasplante les cura. ¡Anda ya, qué cura, ni qué cura! Cambias la insulina por un montón de inmunosupresores para que el páncreas que te han metido entre las tripas funciones. Pero funciona un tiempo. Luego, si te he visto, no me acuerdo. La cosa es que a muchos nefrólogos les viene de perlas decir que es una cura, y así mandar al cuerno a los endocrinos para que no entren, queriendo que sus futuros clientes de sus propias clínicas de diálisis duren más. Pero esto es largo de contar. Lo seguro es que con un trasplante, ni siquiera con un trasplante de células productoras de insulina, te han curado. Sigues, seguimos, siendo diabéticos. Es cuestión de tiempo.
Y Lázaro, ¿qué tiene que ver en todo esto? Al pobre no le curaron. Se había muerto. Y la muerte no tiene cura. Tiene resurrección. Porque curarte de la muerte es conseguir que no vuelvas a morirte. Por eso digo que la diabetes es como la muerte. No hay nada que, a día de hoy, sea irreversible con esta enfermedad. Porque no tiene cura. Siempre seremos diabéticos, aunque dejemos de necesitar insulina por un tiempo.
Beatriz González Villegas.
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