Publicado el Viernes, 09 Noviembre 2012
Nuevas evidencias científicas sugieren
que el pulso cardiaco no es imprescindible para la vida, y que los
corazones podrían ser reparados luego de un infarto con un spray
bioeléctrico
Parece una típica historia de ciencia ficción, de esas recreadas por
el escritor Isaac Asimov en El hombre bicentenario, o por Steven
Spielberg en la película Inteligencia artificial. Pero, aunque resulte
poco probable o difícil de creer, el bombero checo Jakub Halik
sobrevivió 194 días sin corazón.
Todo comenzó el 3 de abril, en una intervención quirúrgica que duró
más de siete horas. A Halik, de 37 años de edad, le extirparon el órgano
principal del aparato circulatorio, debido a un tumor cancerígeno.
En
la compleja operación —a cargo del jefe del Departamento Cardiaco del
Instituto de Medicina Experimental de Praga, Jan Pirk— se le
implantaron dos bombas cardiacas artificiales conocidas como Heartmate
II, que no generan pulsaciones sensibles al tacto. Una se encargaría de
realizar el bombeo de la sangre por la arteria aorta, y la otra hacia
los pulmones, con menor presión, para no irritarlos.
«No me doy
cuenta de no tener corazón, porque funciono normalmente, aunque no
siento el pulso», dijo Halik en su primera conferencia de prensa, a los
cinco meses de operado.
«Se creía que sin pulso no se podía vivir, y se ha demostrado que sí se puede», afirmó entonces el cardiólogo Jan Pirk.
El
único inconveniente —explicó el doctor— es cargar con las pilas bajo
los brazos. Los acumuladores (baterías) no se ven, no pesan mucho y
duran entre ocho y 12 horas, mientras que el equipo regulador se lleva
como una riñonera.
Las revoluciones del artefacto, en el caso de
Halik, estaban programadas para una actividad normal, no para correr,
hacer deporte o subir siquiera una escalera. «No es capaz de reaccionar
al esfuerzo», puntualizó el cirujano.
A finales de agosto, luego
de un largo proceso de recuperación, Halik pasó oficialmente a lista de
espera para un trasplante. Antes, los médicos se debieron cerciorar de
que no quedaba rastro alguno del sarcoma espinocelular que le destrozó
el corazón.
«Está contraindicado hacer un trasplante cuando hay
en el corazón un tumor maligno, porque los medicamentos para evitar el
rechazo de un órgano extraño apoyan el proceso tumoral de las células»,
señaló Jan Pirk.
Tras la compleja operación, Halik no ocultó su
deseo de volver a ser bombero, aunque dudó que pudiera salir en misiones
de socorro. En tal sentido su cardiólogo afirmó que hay pacientes con
trasplante que hasta corren el maratón y el triatlón. «En su caso, sin
embargo, será necesario encontrar un corazón fuerte, fuerte como él»,
añadió el cirujano.
No obstante, el tiempo se agotó para el
bombero checo. Este 17 de octubre, Jakub Halik falleció, aunque no por
causa de alguna avería en los revolucionarios implantes. En los últimos
días su estado de salud había empeorado bastante, y unas fallas en el
hígado y los riñones provocaron que su cuerpo no soportara más.
Los
seis meses que resistió, lo convirtieron en el primer hombre del mundo
en sobrevivir a este tipo de intervención, que ya se había intentado sin
éxito con un paciente en Estados Unidos.
El Instituto de
Medicina Experimental de Praga inició en abril de 2003 el programa de
bombas de apoyo para el ventrículo izquierdo, como una operación puente,
previa a la operación de trasplante.
Desde entonces la
institución ha tratado a 146 pacientes que requerían estos mecanismos de
apoyo de la circulación y ha hecho trasplantes a 94 personas.
Actualmente 24 enfermos aguardan en lista de espera del hospital para
recibir un apoyo mecánico a la circulación sanguínea.
Con 10 000 voltios
Un
grupo de científicos de la Fundación Británica del Corazón creó un
spray bioeléctrico con una potencia de 10 000 voltios, que podría ser
una herramienta valiosa para reparar corazones infartados.
El
dispositivo emite una corriente de células cardiacas, o sea, puede crear
delgadísimas placas de células latentes, capaces de «remendar»
porciones de tejido cardiaco dañado.
Cuando tiene lugar un
infarto, una parte del músculo cardiaco queda sin oxígeno y muere. El
tejido cicatrizado no late y, como consecuencia, se puede dificultar el
bombeo de sangre y oxígeno. Eso explica por qué algunas veces para los
pacientes la tarea más simple parezca tan extenuante como correr un
maratón.
Lo que intentan hacer los investigadores de la fundación
británica es desarrollar parches para reparar el tejido cardiaco con
delgadas placas de células, que serían colocadas mediante un spray
bioeléctrico.
Según BBC Mundo, el dispositivo consta de una
jeringa que se llena con células cardiacas. La solución pasa por una
aguja para formar las placas. Pero, a diferencia de los spray
convencionales, este incluye una corriente eléctrica para poder
«disparar» la delgada capa celular y formar el tejido cardiaco.
Es
decir, a través de la aguja pasa una corriente de 10 000 voltios para
crear un campo eléctrico con el cual se controlan las células. Bajo el
microscopio después es posible ver las células que laten en el parche.
«Lo
que obtenemos es un chorro fino que se descompone en una multitud de
partículas y estas partículas forman la placa», apuntó uno de los
creadores del artefacto el ingeniero mecánico de la Universidad de
Londres, el doctor Suwan Jayasinghe.
La siguiente prueba será ver
si los parches pueden en realidad ayudar al corazón dañado a latir, lo
cual se probará con animales, anunció.
«Lo más bello es que
podemos añadir otros tipos de células a esta suspensión para crear
tejidos cardiacos tridimensionales que son totalmente funcionales»,
destacó el experto.
«Un corazón está formado con cuatro tipos de
células diferentes, así que queremos diseñar la tecnología con la cual
podamos colocar el número correcto de tipos celulares para desarrollar
el tejido cardiaco real» agregó.
El profesor Peter Weissberg,
director médico de la Fundación Británica, apuntó que crear músculo
cardiaco es un desafío enorme, el cual involucra una combinación de
diferentes células y vasos sanguíneos que necesitan estar alineados
perfectamente uno después de otro.
«Esta investigación pionera
está tratando de encontrar una forma de construir piezas de un corazón
fuera del cuerpo. Esperamos que algún día estas piezas puedan ser
injertadas en los corazones dañados para ayudarlos a bombear
correctamente otra vez», dijo.
Tratamientos de este tipo son cada
vez más urgentes. Gracias a los avances médicos, los infartos ya no son
siempre una sentencia de muerte. No obstante, a medida que más personas
resisten estos eventos, crece el número de pacientes que viven con un
corazón lesionado.
http://www.radionuevitas.icrt.cu/index.php/entretenimientos/noticias-curiosas/14587-el-pulso-cardiaco-no-es-imprescindible-para-la-vida-sugieren-evidencias-cientificas.html
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