Asociación de Trasplantados de Páncreas.

Asociación de Trasplantados de Páncreas.
astxpancreas@gmail.com

domingo, 15 de enero de 2012

El árbitro coraje.

Una historia digna de ser contada. Sábado 14 de enero de 2012

El árbitro coraje


El ovetense Pablo Nanclares volverá a dirigir mañana un partido de Segunda B tras superar una leucemia que le llevó al límite.

 

La historia de Pablo Nanclares ha llamado la atención de los medios nacionales, como Canal Plus, que trasladó a un equipo a Oviedo para realizar un reportaje que se emitirá el lunes en «El día después». El árbitro, que trabaja en una empresa de telecomunicaciones, se entrenó ayer en San Lázaro, donde aparece en la foto junto a sus compañeros
José Ramón Alonso de la Lama, a la izquierda, y Roberto Álvarez Lana.

Oviedo, Mario D. BRAÑA
El domingo, a las cinco en punto de la tarde, un asturiano dará el pitido inicial del Lugo-Celta B en el Anxo Carro. Un partido más de Segunda B si no fuese porque lo arbitrará Pablo Nanclares, que ya nunca más podrá pasar desapercibido. Porque la historia de Pablo Nanclares Centeno (Oviedo, 8 de marzo de 1978) servirá de ejemplo para los enfermos de leucemia. Tras dos años de lucha, en los que llevó su resistencia al límite, Nanclares volvió a hacer vida normal, salvo por un detalle importante para él: el arbitraje. Falló en su primer intento por recuperar su plaza en Segunda B, pero el 14 de diciembre superó las pruebas físicas que le permitirán volver a disfrutar mañana de la fiesta del fútbol. Es el árbitro coraje.

En mayo de 2009, tras acompañar a Enrique Mejuto a San Mamés como cuarto árbitro en un Athletic-Mallorca, Pablo Nanclares dio su brazo a torcer: «Llevaba un tiempo cansado, comía poco y sangraba por la nariz. Mi hermana me obligó a hacer unos análisis». A las dos horas de la extracción, sus padres recibieron una llamada: Pablo tenía que ingresar urgentemente. Del susto pasó en seguida a la certeza de que pasaba algo grave, leucemia. «Me ingresaron directamente en la unidad especial de aislamiento y al día siguiente ya me dieron la primera sesión de quimioterapia de alta intensidad».

Un mes más tarde, cuando fue declarado apto para el trasplante, al sufrimiento físico se le añadió la incertidumbre sobre la posibilidad de encontrar un donante compatible: «De la familia sólo valen los hermanos, y únicamente con un 25 por ciento de posibilidades de compatibilidad. Como mi única hermana no lo era, mi caso pasó a la Fundación Josep Carreras, que empezó a buscar un donante compatible entre las 18 millones de personas que hay registradas por todo el mundo».

 

En septiembre de 2009, a su habitación llegó por fin un rayo de luz: «Me dijeron que había un donante compatible al cien por ciento, que es algo así como encontrar a una persona en el mundo que tenga exactamente tu misma cara». El protocolo, que asegura el anonimato del donante, impidió que Nanclares conociese a su salvador: «Sólo me dijeron que es inglés. Y que es menor que yo, lo que me dio mucho que pensar, ya que eso significa que se hizo donante muy joven».

Después de los trámites necesarios, el equipo de la Unidad de Trasplante de Médula del Hospital Central de Asturias realizó el trasplante el 17 de noviembre de 2009, «mi segundo cumpleaños». Todo lo que había pasado Pablo Nanclares hasta ese momento -vómitos, caída del pelo, debilidad- se quedó corto con lo que sufrió en los siguientes siete días. «Como las sesiones habían eliminado todas mis células madre y las nuevas necesitaban un tiempo, durante una semana viví artificialmente», recalca Nanclares: «Llegaba un momento en que ni la morfina me calmaba el dolor, pero los médicos me decían que aguantase porque cada día estaría un poco mejor». Así fue: «A la semana noté que las células volvían a funcionar porque se regeneraban los glóbulos rojos. La sensación que tuve fue de volver a la vida».

Otra fecha que no olvidará jamás es el 16 de diciembre de 2009, cuando abandonó el hospital en el que había pasado los siete peores meses de su vida. Un tiempo en el que tuvo el apoyo clave de sus padres; su hermana, Susana, y su novia, Silvia, con la que se casó poco después. Al margen del aislamiento obligatorio, durante aquel tiempo Pablo Nanclares no quiso ver a nadie más «porque me encontraba fatal y, a diferencia de otras enfermedades, las visitas no me aliviarían».

Ya fuera del hospital, Pablo Nanclares afrontó otro reto, el de reconstruir un organismo machacado por un tratamiento brutal, que sólo pueden superar personas con una buena preparación física. Nanclares, que hizo atletismo hasta los 16 años y arbitra desde entonces, es consciente de que el deporte le salvó la vida. Quizá por eso, no paró hasta encontrarse en la situación que vivirá mañana en Lugo: «Jamás dejé de pensar en el arbitraje».

Después de tres meses en casa, en un ambiente lo más aséptico posible, Pablo Nanclares necesitó otros tres o cuatro para hacer una vida más o menos normal, incluyendo algo tan básico como caminar. Cuando, en septiembre de 2010, se volvió a calzar unos playeros para correr, no daba crédito a su deterioro: «La primera vez me caí un par de veces porque no tenía fuerza ni para levantar los pies. A partir de ahí tuve muchos problemas de lesiones y cada poco estaba en el fisio. Pasaron diez meses antes de poder entrenar con calidad».

Consciente de que su plaza en Segunda B corría peligro, tras dos temporadas inactivo, Nanclares apuró la preparación para pasar las pruebas físicas en agosto y comenzar la Liga 2011-12. «Llegué muy justo y no las pasé», recuerda con amargura: «Pasé unas semanas de muchas dudas porque estaba muy cansado de pelear. Pero gracias a mi mujer, que me animó a seguir, apreté los dientes y decidí volver a intentarlo. Hubiese considerado un fracaso no recuperar el arbitraje porque sería como si me lo hubiese quitado la enfermedad».

Decidido a superar el último obstáculo, con el apoyo de José Manuel Suárez, presidente del Comité Asturiano, Pablo Nanclares se volcó en la preparación de las pruebas previstas para el 14 de diciembre en Madrid. Cuando por fin escuchó del examinador la palabra mágica, «apto», el ovetense explotó: «Me agarré a la barandilla que rodeaba la pista de atletismo y durante un minuto, yo solo, descargué toda la tensión que había acumulado».

El parón navideño retrasó la vuelta de Nanclares a los campos de Segunda B, aunque anteriormente se rodó arbitrando partidos de fútbol base y juveniles. Una sensación agradable, pero nada comparado con lo que le espera mañana en Lugo: «Creo que será, sobre todo, emocionante. Me lo tomo como uno de los últimos escalones hacia la normalización de mi vida». Aunque su historia ya es conocida en toda España, no espera ningún trato de favor. «He aceptado salir en los medios para que la gente se conciencie de lo importante que son las donaciones y para dar esperanza a los enfermos», reflexiona Nanclares, eternamente agradecido al jefe de la Unidad de Trasplantes del HUCA, Carlos Vallejo, y a la jefa de Hematología, la doctora Rayón: «Gracias a ellos, la Unidad presenta uno de los mayores índices de supervivencia de toda Europa. Esperemos que siga funcionando a este nivel para que pueda salvar más vidas y para el prestigio de nuestra comunidad».


http://www.lne.es/multimedia/imagenes.jsp?pRef=2012011400_47_1183907__Deportes-arbitro-coraje


http://www.lne.es/deportes/2012/01/14/arbitro-coraje-historia-digna-contada/1183907.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario