Conocí a Juan cuando ya estábamos los dos metidos en la Insuficiencia Renal Crónica Terminal. Ahora él se cuida porque, entre otras cosas, ha dejado el estrés (se jubiló de ese trabajo y ganó calidad de vida) y el tabaco. La dieta ya no es un castigo, sino un hábito, y en toda esta lucha su mujer, Ana, le ayuda cada día, cada segundo. Forman un gran equipo.
Ahora está en Asturias de vacaciones, y ahí donde va deja su mensaje: esto se puede superar. Va salvando escollos y pronto podrá entrar en lista de espera y dejar el riñón artificial. Celebramos cuando, hace un tiempo, le avisaron que había entrado en esa lista de la esperanza. Pero duró poco la alegría. Ya está mucho mejor. Y ese día llegará.
Un abrazo, Juan!
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